Hacer de la limitación una virtud

Daniel Sáez, en el gimnasio de la asociación de Párkinson Lugo (Foto: Sebas Senande)
photo_camera Daniel Sáez, en el gimnasio de la asociación de Párkinson Lugo (Foto: Sebas Senande)

Hace veinte años, al administrativo madrileño Daniel Sáez, que vive actualmente en Lugo junto a su hija, le diagnosticaron párkinson. Comenzó entonces junto a su familia una larga tarea para tratar de sobrellevar una enfermedad que le limita en algunos aspectos, pero que no coarta su ilusión en muchos otros, y que le ha servido para estrechar todavía más los vínculos con sus seres queridos. Un ejemplo de entereza para afrontar esta dolencia neurodegenerativa aún desconocida, de la que hoy se celebra el día mundial, convocado por la Organización Mundial de la Salud desde 1997.

Daniel se dio cuenta de su enfermedad a partir del síntoma habitual, la parálisis. «Tenía mucha rigidez en los brazos y en las manos, no podía acompasar el gesto al andar», explica. Al tiempo, comenzó también a perder la voz, el problema que más le angustia, ya que le cuesta hablar. «Su tono es muy débil y a veces está deficiencia le lleva a retraerse, a sentirse incomunicado», indica su hija Ana, que le cuida y con la que lleva varios meses viviendo en Lugo.

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