Habrá que echarle un buen par de…

Cuando las consecuencias del llamado efecto invernadero parecen más evidentes y el precio de los carburantes alcanza, como ha sucedido en las últimas vacaciones de Semana Santa, récords históricos, a nuestros gobernantes se les llena la boca hablando de fuentes de energía renovables y de medios de transporte sostenibles y económicos. En las ciudades europeas más modernas y cosmopolitas se está fomentando desde hace años el uso de la bicicleta como vehículo alternativo. En alguna de esas urbes, la utilización de velocípedos para desplazarse forma parte ya de la cultura de sus habitantes y, desde luego, está continuamente presente en la mente de aquellos que se encargan de diseñar el entramado urbano de calles y barrios. Desgraciadamente, en Lugo no ocurre lo mismo.

Es muy gratificante comprobar el respeto que se les tiene en la mayoría de las grandes capitales europeas a los usuarios de ese medio de transporte. No resulta extraño ver carriles bici en la mayoría de las principales calles, ni tampoco aparcamientos específicos o incluso semáforos adaptados para respetar por igual los derechos de peatones, conductores y ciclistas.

En nuestra ciudad, la administración local ha hecho unos intentos tan tímidos como estériles por fomentar el uso de la bicicleta dentro del casco urbano. Hace unos tres años, inauguró un servicio novedoso de alquiler de velocípedos, con estaciones de préstamo distribuidas por distintos puntos de la ciudad. La idea quizás no fuese mala, pero de forma aislada se ha disuelto como un azucarillo en un vaso de agua.

Recorrer la ciudad en bicicleta no es tarea fácil. En todo el casco urbano sólo encontramos un pequeño tramo de carril-bici, que apenas llega a los dos kilómetros. Por eso, los ciclistas no tienen más remedio que compartir pavimento con peatones y conductores, con el riesgo que ello conlleva, habida cuenta de que ni los unos ni los otros están demasiado acostumbrados a convivir con los usuarios de vehículos de dos ruedas.

Si realmente hubiese interés por fomentar el uso de la bicicleta como un medio de transporte alternativo y barato, lo normal sería empezar la casa por los cimientos, y no por el tejado. A nadie se le escapa que no están los tiempos para ponerse a levantar aceras, pero tampoco podemos dejar de preguntarnos por qué nadie pensó en habilitar carriles bici en las calles y avenidas que fueron reformadas en los últimos años. Será que a nadie le pareció lo suficientemente interesante.

Por eso, visto lo visto, con semejante panorama, los valientes que se empeñen en utilizar la bicicleta para moverse de un lado a otro tendrán que estar pendientes de que un coche no se los lleve por delante o de que el manillar no les quede enganchado en la manga de algún peatón. Para pedalear por la ciudad, habrá que seguir echándole un buen par… de ruedas.

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 La Semana Santa lucense continúa aspirando a ser Festa de Interese Turístico Galego

Unas tres mil personas colaboraron en la organización de la Semana Santa lucense, la única de España que cuenta con el permiso eclesial, desde 1963, para sacar en procesión al Santísimo Sacramento. El Ayuntamiento de Lugo anunció que insistirá para que sea declarada Festa de Interese Turístico Galego. Parece que argumentos no le faltarán.

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