A fuego medio entre la sartén y los juzgados

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mírenlo. Quizás ya lo conozcan. Motivos tiene, de sobra, para ello. Con sólo un mes, ya estaba ahí, entre la humareda de los churros que entran y salen de la sartén. ¿Les suena, verdad? Nacho Galiano se precia de ser el más antiguo de todos los barraquistas que vienen al ferial de San Froilán. Su churrería -o, mejor dicho, la que heredó de sus bisabuelos- lleva 105 años acudiendo sin faltar a las fiestas. Ahora van ya por la quinta e, incluso, -en días de apuro, con la ayuda de su nieta de 14 años- por la sexta generación.

Pero hay más. Este hombre imbatible a las quemaduras -sufrió tres accidentes gordos, uno de ellos con sólo 3 años cuando cayó en una sartén con aceite hirviendo- y también a las cicatrices, ejerce de abogado el resto del año. El título lo ganó con tesón, hincando los codos, a los 34 años.

Sin embargo, ahí lo tienen: sin trajes ni maletines, con gorro y calibrando sabiamente la harina y el agua. En resumen, haciendo honor a su estirpe.

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