Francisco Vacas, un okupa con permiso en medio de Carril das Hortas

Un 30 de agosto de hace ahora cinco años Francisco Vacas llegó a Lugo cargado de ilusiones. Ilusiones en forma de una promesa de trabajo que nunca se materializó, ilusiones que se tornaron en más años que añadir a los dos que ya llevaba en paro.

Al principio la capital lucense era una parada más en un Camino de Santiago que este padre de dos hijos emprendió buscando respuestas. Al final, un lugar en el que echar raíces.

Madrileño de nacimiento, Vacas hizo ‘suyo’ un pedazo de Lugo enterrado entre la maleza y los malos hábitos de quienes de vez en cuando se dejaban caer por allí. Lo convirtió en una especie de vergel escondido entre los gigantescos edificios que salpican el Carril das Hortas. 

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