Fiesta que amarga o hace feliz

Participantes en el concurso de disfraces de Lugo (Foto: Pepe Álvez)
photo_camera Participantes en el concurso de disfraces de Lugo (Foto: Pepe Álvez)

no me gusta el Carnaval, o mejor dicho, me gusta solo su vertiente gastronómica. Como a la gran mayoría del personal, a juzgar por lo que se ve. Por las calles cada vez desfilan menos disfraces y de las ingeniosas y, a veces pesadas, carnavaladas ya casi no queda ni el recuerdo. En cambio, encontrar mesa en uno de esos templos del cocido que hay por la provincia no es nada fácil y multitud de parrillas y restaurantes se transforman en especialistas en grelos y cachuchas de la noche a la mañana.

Salvo algunas excepciones, como el ritual del Oso de Salcedo, que parece estar ganando adeptos entre la juventud, la realidad es que el Carnaval pierde fuelle en la provincia. En la capital, esa decadencia fue especialmente notoria este año. Alguna de las noches del fin de semana, sobraban los dedos de las manos para contar las máscaras que había por la calle.

Hay quien asocia ese retroceso a los difíciles momentos que vive el país y a las pocas ganas de juerga que tiene la gente, pero probablemente haya muchos otros factores. El principal, que hoy se puede ir de fiesta cualquier día del año a cualquier hora, y sin cortapisas. Durante mucho tiempo fue bien diferente. El Carnaval era una válvula de escape a la censura y la rigidez social, la oportunidad de desquitarse para afrontar un periodo, el de la cuaresma, en el que el recogimiento era todavía mucho mayor.

Que la provincia lleve tiempo vaciándose es sin duda otra de las causas de que la fiesta más pagana sea a cada punto menos fiesta. Este año, hasta en los colegios hubo menos Carnaval por la decisión de muchos profesores de no realizar actividades complementarias como respuesta al aumento de horas lectivas. Aunque fueran los menos, seguro que algunos niños lo agradecieron, porque lo que parece claro es que esta es una fiesta que no va con la edad. Hay niños que sufren cuando sus padres los embuten en esos simpáticos trajes multicolores y adultos que son felices vestidos de pollo.

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