Farolas y Facebook, en competencia

Una farola con anuncios (Foto: SEBAS SENANDE)
photo_camera Una farola con anuncios (Foto: SEBAS SENANDE)

PESE A QUE el Twitter y el Facebook invaden progresivamente la vida social, muchas personas echan mano de medios más convencionales para publicitarse. La crisis parece multiplicar el número de ciudadanos que optan por colocar sus ofertas en farolas y marquesinas. Los anuncios ya no se limitan tan solo a los avisos de alquiler de pisos, que son mayoritarios. Con ellos conviven ahora los carteles de personas dispuestas a cuidar de pequeños o mayores, para impartir clases de determinadas asignaturas o para realizar labores de fontanería o pintura. Hay avisos hasta cierto punto sorprendentes, como el que puede verse en la confluencia de Ramón Ferreiro con Marina Española, donde un lucense compra libros del colegio María Auxiliadora.

En algunas calles hay farolas en las que resulta casi imposible encontrar un hueco libre, como en las cercanías del asilo de San Roque o en la Avenida Ramón Ferreiro. Entre la cantidad y variedad de carteles hay algunos que se presentan con formas originales o elaboradas, como el dibujo de una pizarra, respetando siempre el tamaño folio.

La reconversión del mobiliario urbano en tablón de anuncios resulta incívico, aunque sea una medida muy socorrida. Más allá del impacto estético negativo, el adhesivo puede causar daños y más aún las pegatinas. La cuestión empeora si se colocan carteles de mayor dimensión. El Ayuntamiento debería adoptar medidas para frenar esta descontrolada situación. Si no son suficientes los improvisados tablones de anuncios situados a las entrada de algunas tiendas y librerías, con algún cristal atiborrado, podría habilitar espacios para esta finalidad. Tampoco estaría de más desarrollar una campaña de sensibilización para erradicar esta práctica. Parte de los anunciantes ignoran los posibles perjuicios causados. Bastaría con avisarlos a los teléfonos puestos en el anuncio.

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