Familias que no entienden de tabúes

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Otros modelos sociales, lejos de convencionalismos. Distintas, pero unidas. Estar soltero, convivir con alguien del mismo sexo o de otra religión, haber tenido parejas e hijos anteriores u optar por ser nueve ya no son impedimentos para formar una familia sólida. Ellos lo lograron y así crían a sus hijos, rompiendo tabúes.

SON dos y las dos son madres, pero ambas son las progenitoras de la misma niña. Las tres forman una familia. Prefieren obviar sus nombres -Lugo todavía es demasiado pequeño-, por eso optan por hacerse llamar, para este reportaje, como les dice su hija: «mamá y mami».

Las dos están en la cuarentena y afirman, con orgullo, que ya cumplieron las bodas de plata. Comenzaron jóvenes y pasaron por distintas fases de aceptación social de su relación. Ahora parece que esas barreras ya están vencidas. «Hace treinta años, la aceptación social era mucho menor. Ahora hay leyes en contra de la discriminación, además no está muy de moda expresarse abiertamente en contra de estas relaciones y mucha gente se lo guarda para sí. Sin embargo, todavía tienes que desarrollar estrategias para hacer como que no ves cuchicheos u oyes comentarios… Bueno, en realidad, nada nuevo», afirman.

Los prejuicios no les impidieron, en cambio, seguir con su vida, dar rienda suelta a su sexualidad y tener una hija. Aspiraciones comunes al resto de las parejas y de las familias. «El deseo de tener hijos viene de siempre. Sin embargo, las trabas y limitaciones legales y sociales estaban ahí y no se podían obviar. Cuando decidimos tener a nuestra niña, ya había cambiado la ley y pudimos hacerlo sin ningún tipo de problema», cuentan.

Su hija es biológica. Intentaron adoptar, pero afirman que lo vieron «prácticamente imposible».

En cuanto a los prejuicios sociales, a estas alturas les resbalan. «El que quiere ser receloso, siempre va a encontrar algo para serlo, otra cosa es que sus argumentos, si los tiene, tengan algún fundamento», afirman.

Y así, dentro de su razonamiento, añaden que, por ejemplo, en el tema de las familias, «antes se veía con recelo, cuando no directamente se discriminaba, a las madres solteras, luego a los divorciados, luego a los que convivían sin casarse por la Iglesia y a los que solo pasaban por el juzgado...».

Ahora se sienten una familia, como cualquier otra, sin más dificultades que las que aporta la vida diaria. «Nos organizamos igual que en cualquier hogar: trabajo, colegio, comidas, juegos… Colaboramos en las tareas según lo que nos gusta más: limpieza, plancha, cocina o papeleo. No tenemos ningún problema en ese sentido», dicen.

Ninguna de las dos duda de que ambas, con la hija que tienen en común, forman una familia como las demás. «Somos una familia, eso lo tenemos clarísimo. En lo personal, cada familia es distinta. Muchas fracasan como familia e incluso en la educación de sus hijos, pero lo que importa es la calidad en las relaciones, el cariño y la educación. Por otro lado, una pareja de dos mujeres es lo mismo que una pareja heterosexual. Las dos trabajamos, pagamos impuestos y recibos, colegio, hipoteca… Como todo el mundo», explican.

CON OJOS DE NIÑA
Papás en los dibujos

La hija de estas dos mujeres todavía es demasiado pequeña para cuestionarse su procedencia y el tipo de núcleo familiar que tiene. A sus madres tampoco les preocupa demasiado porque, ante todo, quieren transmitir a su hija la misma naturalidad con la que ellas viven esta relación. Sin embargo, sí que comenzó a hacerles algunas preguntas.

«De momento, es muy pequeña para entrar en demasiadas explicaciones, pero sí le hemos dicho que hay familias diversas y en muchas no hay papá sino que, a veces, hay abuelos. En otras, hay solo una mamá. En algunas más, un papá solo o dos mamás, como nosotras. Entonces, ella nos contestó: ¡Ah, vale! Eso fue porque en los dibujos infantiles ve al papá y en eso todavía no hemos cambiado», afirman.

Recursos
Ellas saben que la pequeña todavía se hará más preguntas a la medida en que vaya creciendo y, pese a lo difícil que será contestarlas, reconocen que eso no es malo.

«Para nosotras, como madres, lo importante es proporcionarle a ella recursos para que pueda manejase ante las preguntas y los comentarios que puedan hacerle en ella», afirman, previsoras.

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