Exigen la entrega inmediata de las viviendas de A Ponte

Los adjudicatarios de las viviendas sociales de A Ponte ya no aguantan más. Llevan cinco años con el piso aprobado y dos meses con la vivienda asignada por sorteo y todavía no pudieron ni ver cómo son las habitaciones de su nuevo hogar.

Ahora, afirman que quieren entrar ya a vivir y ocupar los pisos a los que tienen derecho. Sin embargo, todavía siguen esperando que alguien les comunique que pueden utilizar las viviendas.

«En marzo, nos dijeron que todavía había albañiles y varias veces vengo aquí al Club Fluvial, por las mañanas, pero nunca veo ningún albañil. Eso querrá decir que habrán acabado. Entonces, ¿a qué esperan para darnos las viviendas?», pregunta María Belén,una de las adjudicatarias.

Tres meses

En una de las últimas reuniones, la Xunta -responsable de estas obras, según explicaron ayer varias de las adjudicatarias que se reunieron delante de sus viviendas- había dado un plazo de tres meses para la finalización de los trabajos. Una vez acabados, sería el Ayuntamiento quien, según dijeron, tendría que expedir la licencia de habitabilidad.

«El caso es que, por unos o por otros, seguimos viviendo hacinados en otras casas, en bastantes malas condiciones y sin ocupar nuestros pisos. Hace seis años, por ejemplo, que ya no pinto la casa donde vivo, ni le cambio las puertas. No hago nada porque espero a que me entreguen el piso nuevo pero eso tampoco pasa», afirma otra de las propietarias, Ana Lugilde, que espera, junto a cuatro familiares más, poder ocupar cuanto antes la vivienda que le corresponde.

Así está también María Trinidad Sanmartino, otra de los nuevos adjudicatarios, que sigue viviendo en casa de sus padres, con su hijo, mientras espera tener el permiso para poder entrar en su vivienda.

Ni Ana Lugilde ni María Belén García tienen empleo. «Hay gente que trabaja, pero otra, como nosotros, está en el paro y no nos podemos permitir seguir pagando alquileres cuando ya tenemos una vivienda adjudicada», afirman Ana Lugilde y María Belén García, que no descartan convocar movilizaciones para dejarse oír.

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