Lugo es en estos momentos el mayor espectáculo de España y, por una vez, sin competencia.
Tengo claro que lo sucedido en los últimos días no ha pasado, que se sepa, en ninguna otra provincia española y a los hechos me remito: la Guardia Civil toma el cuartel de la Guardia Civil de Lugo y se lleva numerosa documentación; la Policía Nacional ocupa las dependencias de la Policía Local y confisca abundantes papeles; la Policía Nacional y la Guardia Civil entran a saco en la Comisaría de Policía y se llevan un buen número de archivos y los mismos cuerpos de seguridad se despliegan por la Subdelegación del Gobierno y cargan más documentos allí guardados.
Resultado: encarcelados dos ex guardia civiles, un sargento de la Local, algún empresario, macarras, putillas y varios puticlubes cerrados. Y lo que queda.
En otra investigación distinta son detenidos, en algunos casos para nada y como si de peligrosos miembros de ETA se tratasen, humillación incluida por parte de una policía en exceso celosa o con afán de protagonismo, un alcalde, concejales, una diputada y algún funcionario, al tiempo que se registraban varios estamentos de la administración. Y la cosa, según dicen, prosigue.
Me comentaba el otro día una compañera que cuando se vino de Euskadi a trabajar aquí le decían sus amistades: no te preocupes que en Lugo nunca pasa nada. Pues menos mal.
Sin embargo me pregunto qué pasaría si en el resto de las provincias españolas hubiese un par de juezas con bemoles suficientes como Estela y Pilar, que empezasen a tirar del hilo en sus respectivas jurisdicciones hasta deshacer el ovillo. Es de suponer que el Patio de Monipodio, el Lazarillo, el Buscón don Pablos, Guzmán de Alfarache y toda la literatura picaresca serían filfa pero de lo que no me cabe la menor duda es de que, si los jueces empezasen por los pisos en alquiler que figuran legalizados como oficinas o locales comerciales y continuasen con sobornos, drogas, puterío y dinero negro, España sería como aquel circo de la película, el mayor espectáculo del mundo.
