''En Tennessee le ponen música country a todo''

Eva nació en Lugo, pero desde hace años vive en Estados Unidos, país de su marido, Ted Marshall. La familia —que completan sus hijos, Lucas y Obed, y su perra, Lady Galega—, reside en Tennessee, un estado que respira música country y porta aún las cicatrices del racismo. Fue inscrita en el registro civil como Eva Díaz, pero, siguiendo la tradición anglosajona, adquirió el apellido de su marido, Marshall, hace 14 años, cuando contrajo matrimonio con Ted, que ejercía en Lugo de pastor evangélico. Hace ocho años se trasladaron a Estados Unidos con sus hijos Lucas y Obed, de 13 y 11 años respectivamente. La familia la completa "una perra preciosa, una labrador café con leche que se llama Lady Galega", explica Eva, que sigue a diario las noticias de su ciudad natal a través de Elprogreso.es.

En su residencia, a cuarenta kilómetros de Nashville, Eva tiene muy presente sus orígenes. Estudió en las Josefinas hasta que inició sus estudios de técnico de laboratorio. Trabajó en la Seguridad Social y luego en Leche Pascual hasta que se casó con Ted, que pasó quince años en España como pastor evangélico, varios de ellos en Lugo.

Sin embargo, cuando hace ocho se mudaron a Estados Unidos, a un pueblo a cuarenta minutos de Nashville —la ciudad del country por excelencia— ninguno se sintió verdaderamente en casa. "Es del norte, de Chicago, así que fue venirnos aquí desde España y ser tanto mi marido Ted como yo extranjeros", y ahora están "empezando a tener un poquillo el acento del sur", dice.

"No entendí bien esto del country hasta que viví aquí", cuenta Eva. "Hay música religiosa country, y también de otros tipos, pero a todo le ponen el country", indica. Para Eva ha sido "una experiencia única" y admite que su vida en ese estado "sí se puede decir que ha sido diferente. La gente sureña es muy amable, pero también ha sido una zona de los Estados Unidos donde el racismo reinó durante mucho tiempo y aún hay cicatrices para muchos".

Cultura
Además de la riqueza cultural, para sus hijos es una inmersión lingüística total. Lucas y Obed hablan "tanto el castellano como el inglés e un pouquiño de galego", explica su madre, que se emociona con todo lo que le recuerda sus orígenes. No en vano, ha triunfado en la familia la campaña de una cadena de  supermercados que ha hecho de la idiosincrasia gallega su imagen de marca. "Nos encanta ver los vídeos del supermercado Gadis, donde escuchas esas palabras que no se oyen en otro lado ¡morriña!".

En Estados Unidos Eva no trabaja en el sector para el que se formó, sino que se ha reciclado como profesora de español. Ahora ejerce en la escuela de sus hijos; durante dos años dio clase en la ‘high school’, la etapa que se cursa entre los 15 y los 18 años antes de ir a la universidad, "como el BUP de antes", aclara, y ahora enseña a niños de 2 a 10 años.

"Nuestra cultura la llevo en la sangre", declara, y aparte del idioma intenta también transmitir a sus alumnos  otras particularidades de los hispanos del otro lado del charco porque debido a que en su colegio "hay muchos latinos, sobre todo de México, la mayoría piensa que nuestra comida consiste en arroz, frijoles o tortilla mejicana".

Así que Eva ha decidido sacarlos del error a base de prepararles tortilla de patata, empanadillas y hasta les ha llevado "turrón, todo para que saboreen un poco de lo nuestro".

Vida social
Eva echa de menos su Lugo natal también en lo que respecta a la vida social, que funciona con otros códigos en Tennessee. "Por lo menos en esta zona es diferente. Aquí cada uno va a lo suyo y les gusta tener el día programado", algo a lo que no acaba de acostumbrarse. Porque como dice Eva, "eso de ir a tomar un cafetín en diez minutos no cabe mucho en el plan del americano de aquí". Tampoco las invitaciones espontáneas son algo frecuente. "Para invitar a alguien a casa o que vayas a un sitio es un protocolo con días de antelación". Eva lo resume en una frase: "Echo mucho de menos la improvisación de los míos ahí en Lugo". Pero no es lo único que añora, también "la muralla, la Rúa Nueva, la Plaza de España, las tapas, o San Froilán, la calle de las dulcerías", enumera.

"Nashville es bonito, pero no se compara con mi Lugo, donde vas por la calle y te encuentras a uno y a otro y charlas un minuto y sigues el día", concluye. A continuación, constata lo que a estas alturas ya es obvio: "No sé si nota, pero echamos mucho de menos nuestra tierra". Se nota.

Todo está pensado para usar el coche
Eva encuentra la vida en Tennessee muy distinta, sobre todo porque "madrugas mucho; salimos para el cole temprano, sobre las 07.30 horas"; y la vuelta a casa es también más pronto: "Los hijos van llegando sobre las cuatro de la tarde". Cenan a las 18.00 horas y se acuestan muy temprano, "coas galiñas, como di miña nai".  Este régimen de horarios y actividades es constante, por lo que Eva lo define como "muy rutinario". El fin de semana las principales opciones son "cine, casa o centro comercial".

Buzones y ventanillas
En este sistema tan poco dado a la improvisación y tan repetitivo tiene gran protagonismo el coche. "Lo usas para todo", cuenta Eva, que se sorprendió mucho cuando vio que todo está muy adaptado a este tipo de vida sobre ruedas. "Fue tan gracioso ver los buzones para echar las cartas a la altura de los coches para no tener que bajarte, y echar la carta abriendo la ventanilla y listo", explica divertida.

Pero no es la única instalación preparada para facilitar la existencia a bordo de un vehículo motorizado. "Sucede lo mismo con el banco, muchos usan el servicio de ventanilla", añade Eva, pero también "para pagar los recibos en el ayuntamiento de luz, gas". Conclusión: "He comprobado que el americano vive gran parte de su día en el coche", apunta. Por supuesto, en la lista de servicios disponibles desde la ventanilla no falta el de comida, como tantas veces se ha reflejado en las películas americanas.

Eva ofrece como explicación de este sistema que "las distancias son tan grandes que sin coche no llegas a nada".

Sin embargo, tanto ella como su familia intentan "mantener las costumbres nuestras de moverte un pouquiño".

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