Pie duro. Así le llamaban sus compañeros a Vicente Álvarez, uno de los históricos capitanes del CD Lugo. Jugó trece temporadas en el equipo, que sumadas a las diez que acumuló su hermano José Antonio y las tres de su hijo Carlos, superan el cuarto de siglo con la elástica rojiblanca. «Tener el pie duro es imprescindible en estas finales. En el fútbol no es todo bonito, también exige sacrificio defensivo», argumenta. El mote se lo pusieron en Baracaldo, en un partido de aquella Tercera División de los años setenta, similar a la actual Segunda B. «Fui a por un balón dividido, el extremo rival metió la plantilla. Nos golpeamos, pero me llevé el esférico. Richard salió del banquillo y gritó: pie duro». Acabó el partido con el tobillo hinchado, pero aguantó. Su hermano José Antonio, que fue portero, sonríe al escuchar la anécdota. Por entonces se pagaba poco, «pero los de aquí estábamos orgullosos de jugar en el Lugo».
Vicente Álvarez añora las subidas de los centrales y medios defensivos. «Las salidas, como la de Belfortti para servir el primer gol ante el Alavés, desequilibraban al rival». El dibujo táctico cambió, pero las vivencias de otros ascensos pasarán por la mente del Capitán Trueno cuando el domingo empuje desde la grada, junto a miles de lucenses, para llevar a su Luguiño a la victoria decisiva.
