El ser humano es extraordinario

No es fácil tener la empatía suficiente con el prójimo para llegar a intuir siquiera lo que se le pasa por la cabeza a una persona que padece una enfermedad grave, tan complicada que pone en cuestión su supervivencia. Podemos imaginarnos cómo se siente, pero ponernos en la piel de quien está pasando por tan delicada situación es harina de otro costal. La certeza de que tu tiempo se está consumiendo, cuando todavía te queda mucho camino por recorrer, tiene que resultar desoladora si no administras bien tus sentimientos. Sin embargo, ante circunstancias de ese tipo, fluyen ejemplos que confirman la teoría de un conocido anuncio de televisión. El ser humano es extraordinario.

El inicio de año ha estado condimentado por malos y peores augurios. El pesimismo se ha instalado en la conciencia colectiva como consecuencia de la recesión económica. Por eso, en un contexto tan desalentador cobran especial importancia las noticias que aportan algo de color a un lienzo tan negro. Demuestran que, más allá de las meteduras de pata de algunos gobernantes, la sociedad civil, las personas, todavía son capaces de sorprendernos gratamente.

España acaba de terminar el año como líder mundial en donaciones y trasplantes de órganos. Gracias a la generosidad de más de mil seiscientas familias, unas cuatro mil personas que esperaban un órgano para seguir viviendo han podido ser operadas en 2011. Es más, un país que no está acostumbrado a ser el primero en muchas cosas, ha sido capaz de batir su propio récord con un incremento del 11,6 por ciento en el número de trasplantes y una tasa de donaciones que casi duplica la media europea y supera ampliamente a la de Estados Unidos.

En Lugo, la tendencia es similar. Desde que comenzó a funcionar la unidad de trasplantes en el antiguo hospital, hace más de un cuarto de siglo, nunca se había alcanzado una cifra de donaciones como la del pasado año. La solidaridad de diez familias lucenses ha permitido que unas treinta de personas con graves patologías hayan podido salvar su vida.

En el último lustro, se ha producido más de una treintena de donaciones en Lugo. Sin embargo, todavía queda mucha gente en lista de espera. Son personas que conviven con la angustia de la enfermedad, pero también con la esperanza de mejorar. Aguardan a que la ruleta vuelva a repartir suerte y les dé una oportunidad.

Por ello, nunca es vacua la mención al ejemplo que nos dejan las familias que han realizado esas donaciones. Se trata de un acto de generosidad en estado puro. No hay contrapartidas más allá de la propia conciencia. Además, su gesto solidario adquiere un significado especial, porque la decisión se toma siempre en momentos delicados, entre el dolor que provoca la pérdida. Son personas que ante la muerte, regalan vida.

Insisto, el ser humano es extraordinario.

 

Los viandantes no deberían caminar por las aceras entre excrementos de perro

Es desagradable tener que ir esquivando deyecciones de perros por las aceras de Lugo. Hace unos días, pisé uno de esos regalos. Una mascota se había sentido indispuesta en un lugar por el que pasan a diario cientos de personas. La culpa no es del chucho, sino del incivilizado de su dueño. Seguro que no le deja hacerlo en el pasillo de su casa.

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