El paso por la cárcel ablandó a dos de los detenidos, que aceptaron delatar a otros

Prisión de Bonxe (Foto: AEP)
photo_camera Prisión de Bonxe (Foto: AEP)

La cárcel ablanda a las fieras, y el sumario del caso Carioca aporta buenos ejemplos de ello. Es el caso de dos de los detenidos en la primera fase de la operación, que cambiaron su versión y decidieron delatar a otros de los imputados tras pasar una temporada en Bonxe. Poco después de sus respectivas declaraciones, ambos abandonaron la prisión, si bien uno de ellos volvió a la misma tras violar la orden de destierro de Galicia.

En la parte del sumario sobre la que se levantó el secreto, las delaciones y los chivatazos son abundantes. No obstante, los casos más significativos son los de J.M.G.A., propietario del burdel Eros, y el encargado del mismo, J.A.P.F. Ambos cambiaron su declaración inicial tras una temporada en Bonxe para reconocer que el club pagaba al cabo de la Guardia Civil A.L.T. a cambio de que hiciera la vista gorda con las mujeres extranjeras en situación ilegal que trabajaban en el prostíbulo. El único problema es que no se pusieron de acuerdo, y cada uno de ellos responsabilizó al otro de ser el responsable de los pagos al agente.

Como es habitual en cualquier investigación de este estilo, varios de los encarcelados recibieron la visita de los investigadores para intentar conseguir información. El primero que decidió cambiar su declaración inicial fue el encargado del Eros, que reveló a la jueza Pilar de Lara que el dueño del club pagaba al cabo A.L.T. un par de veces al mes cantidades en torno a los 1.200. Aseguró que él nunca vio los pagos, pero que su jefe le confesó que era para el agente a cambio de protección y de que le avisara de las redadas.

También acusó a su jefe de ser el responsable de traer chicas del extranjero para trabajar. Además, explicó los tratos de favor que recibía otro de los presos, el dueño del Liverpool, en prisión. También dio toda clase de detalles sobre otros policías y guardias civiles que estaban siendo investigados, y hasta sobre un cliente muy peculiar de su burdel, un cargo de la Xunta que pagaba con la tarjeta del PSOE.

Poco después de esta declaración, fue puesto en libertad, si bien con medidas cautelares.

Un mes después, en cuanto el dueño del Eros se enteró de lo que había pasado, se presentó ante la jueza para contar su versión. Ésta también incluye los pagos al citado guardia civil, si bien en este caso asegura que el responsable de los mismos era su encargado, que ya tenía un acuerdo similar con el cabo cuando trabajaba en otro prostíbulo, La Peonza.

En este caso, J.M.G.A. asegura que se le hicieron tres pagos, de unos 3.000 euros cada uno, y que él en persona hizo uno de ellos, ya que el encargado del local estaba de vacaciones. Además, descarga toda la responsabilidad de la gestión del Eros en el encargado y se sitúa a sí mismo con un mero socio financiero que no estaba al tanto del día al día del negocio.

Reconoce también que tiene mucho miedo a lo que le pueda pasar, sobre todo por temor a la reacción del dueño del Queens, J.M.G.A., que sigue en prisión y hasta ahora se ha negado a responder a una sola pregunta.

El responsable del Eros también consiguió salir de Bonxe poco después de enmendar su testimonio, con la prohibición de residir o estar en la comunidad autónoma gallega.

Sin embargo, en estos momentos está de nuevo en prisión por violar dicha orden de destierro. No sólo regresó a la ciudad, sino que entró sin permiso en uno de los locales que regentaba, La Perla Negra, que había sido reabierto por una conocida suya. Apenas unas horas después fue detenido y encarcelado de nuevo.

Varios presos de Bonxe testificaron sobre los supuestos tratos de favor a los implicados
La nómina de chivatazos en la operación Carioca no finaliza en algunos de los implicados, sino que se nutre también de varios presos de Bonxe que, de motu propio, decidieron contar a la jueza los supuestos tratos de favor que algunos de los encarcelados estaban recibiendo dentro. Hay al menos cuatro testimonios en este sentido.

Uno de ellos relata como J.M.P., encargado de La Colina y hombre de confianza del dueño de éste burdel y del Queens, podría haber conseguido un teléfono móvil en prisión, así como que varias veces vio encuentros de éste con su novia, también encarcelada, en el gimnasio del centro penitenciario, algo totalmente prohibido.

Además, este recluso, que declara  por dos veces ante Pilar de Lara, relata cómo J.M.P. le había reconocido su participación en muchos de los delitos investigados.

Otro de los presos es llamado porque unos guardias civiles oyeron una conversación suya con otros reclusos en la que aseguraba que él sabía todo lo que había pasado. En el juzgado, lanza todo tipo de acusaciones contra varios de los proxenetas, guardias civiles y policías nacionales y locales. También habla de varios funcionarios de prisiones y de los supuestos tratos de favor.

El que entonces era director de la prisión, Modesto Gutiérrez, declaró tras investigar las denuncias y sólo encontró indicios de que uno de ellos, el del Liverpool, había hecho una llamada desde la cocina con el teléfono de un funcionario. La jueza ordenó desperdigar a los detenidos por prisiones de fuera de la comunidad.

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