El niño que estudió para empresario

DICE QUE, SI LO PIENSA FRÍAMENTE, estaría mejor de operario en la fábrica de Allplas que de propietario de la empresa. En la relación horas de trabajo-remuneración y, sobre todo, riesgo financiero-beneficio, saldría mucho mejor parado, asegura, "pero lo de ser empresario lo debemos llevar dentro", reconoce con una mezcla de orgullo y resignación. Aunque en su caso es más bien al revés. La empresa lo lleva a él dentro. Nació cuando Allplas ya llevaba años correteando, jugó en sus tripas y estudió para saber como conservarla y mimarla.

La relación de Ángel López Lugilde con Allplas, la empresa que fundó su padre en 1966, comenzó en el taller de Muimenta (Cospeito), adonde su progenitor lo llevaba cada sábado, "más como entretenimiento que otra cosa, porque me imagino que él vería en mí su sucesor pero no creo que en ese momento ésa fuera su motivación. Pero a mí me ilusionaba mucho porque vivíamos en Lugo y por la semana sólo lo veía por las noches y no siempre", cuenta.

Empezó sentándolo en un banco y poniéndolo a colocar gomas a los perfiles de las ventanas y, cuando se dio cuenta, Ángel estaba llevando la contabilidad con un rudimentario sistema de fichas. Con 15 años no sólo propuso comprar un ordenador a su padre —que lo aceptó porque "siempre fue muy receptivo"— sino que lo instaló y creó varios programas informáticos, por ejemplo, para hacer los despieces de las ventanas. "Era un Toshiba que nos costó ¡un millón de pesetas! Hoy cualquier teléfono móvil tiene más potencia", cuenta divertido.

Antes de finalizar el instituto, su implicación en la empresa era ya total, así que Ángel no dudó en dirigir sus estudios superiores hacia Económicas. Era el camino natural. Se fue a Santiago, pero siempre fue excelente estudiante, así que los jueves por la noche arrancaba para Lugo, a la empresa. "¿Qué echo de menos? Quizás haber disfrutado un poco más de la noche santiaguesa, aunque tampoco demasiado..., disfrutaba el fin de semana en Lugo", dice.

Justo antes de licenciarse, Ángel López padre abrió las instalaciones de O Ceao para especializarse en PVC —Allplas fue de los primeros en introducir este material—, por lo que el destino del hijo al acabar la carrera fue Muimenta, donde se seguía fabricando con hierro y aluminio. Hasta que llegó la crisis, de la que tanto aprendería este empresario y que determinó el futuro de la firma.

El 100% del mercado de Allplas estaba en la provincia de Lugo y en la obra nueva, pero la familia vio en riesgo la empresa y tuvo claro que había que diversificar. Cerraron el taller de Muimenta y concentraron los esfuerzos en las instalaciones de O Ceao. Comenzó entonces el camino de la internacionalización y de la distribución, hasta que empezó la locura de la construcción en España y Allplas se volvió a centrar en el mercado nacional, aunque siempre apuntando a varios objetivos a la vez.

Lección

Para Ángel, la crisis económica de los noventa fue una gran lección, por lo que la actual —muy diferente porque en la anterior faltaba confianza pero había dinero y en ésta no hay ni uno ni lo otro, dice— le preocupa, pero no le asusta. "Lo que hay que hacer es seguir invirtiendo, comercializando..., hay que tener presencia en el mercado porque si no acabas desapareciendo", dice.

Esa actitud no quiere decir, no obstante, que no le duela. De hecho, alguno de esos bajones que todo emprendedor tiene alguna vez, dice, se produjeron en los últimos dos años. "Reducir empleos y tener impagados nadie lo desea", afirma este empresario, cuya apariencia seria hace pensar en una persona mucho más reservada de lo que realmente es.

De hecho, cuando le invitaron a participar en la Confederación de Empresarios no dudó en aceptar, aunque su paso fue corto. "Tenía 29 años y creo que pequé de incauto, pero no me arrepiento. ¿La vida es cometer errores, no?", dice. Más o menos por esa fecha se hizo cargo de la asociación de empresarios de O Ceao, se incorporó al equipo de la Cámara y promovió, junto a otros empresarios, la Asociación de Fabricantes de Ventanas de Lugo. Y ahí sigue, a pesar de que a veces el carácter "rivalizador" del empresario gallego le "cansa". "En general, no sólo en la empresa, el trabajo por los demás es muy desagradecido, muy poco reconocido, la gente piensa que estás ahí por figurar y lucrarte cuando lo que haces es quitar tiempo a tu vida", lamenta.

Conservador
López Lugilde es, se puede decir, un empresario conservador: de mucho trabajo, de pensar mucho el destino de cada euro y de estar siempre atento a lo que se mueve alrededor "porque oportunidades siempre hay, pero las hay que buscar, las encuentras si estás ahí, a ti no vienen", asegura.

Estando ahí se encontró, por ejemplo, con que la firma coruñesa a la que compraban paneles de construcción cerraba. Allplas compró sus máquinas y montó Arguci Paneles Técnicos, primero en O Ceao y en 2008, en Castro. Y poco a poco, fue derivando a los paneles de carrocería.

La distribución de piezas, sobre todo destinadas a rehabilitación,  centra actualmente buena parte del negocio de Allplas, que en este momento se marca dos objetivos: recuperar el mercado exterior —"en España nunca más se van a construir 700.000 viviendas al año", dice— y en instalarse en Cataluña "porque creemos que va a ser la primera autonomía que va a salir de la crisis". Están a punto de abrir un centro logístico y esta misma semana empezó a trabajar un comercial. En Allplas nunca hubo sitio para el azar.


APUNTE ♦ Del turno doble a la realidad

Allplas creció a la par que el sector de la construcción, hasta el punto de que, a pesar de que en el año 2000 tenía la mayor parte de su negocio en el exterior (Portugal, Francia, Camerún, Angola...), volvió de nuevo al mercado nacional.

Era tal la demanda existente que la empresa dobló el turno de trabajo, hasta hace un par de años, cuando la burbuja inmobiliaria estalló y hubo que volver al turno único. Si no fuera por el personal del que tuvo que prescindir (la plantilla se quedó en la mitad, 60 personas, justo las que había antes), Ángel López Lugilde se alegraría de haber vuelto a la normalidad, asegura, porque "aquello no era normal", dice. "Era una vorágine, una espiral que te iba absorbiendo..., te llegaba un pedido tras otro, para cumplir plazos tenías que contratar gente, que no encontrabas; trabajar por la noche; subcontratar..., llegaba un momento que se te escapaba de los dedos la organización, y además todo eso tenía un sobrecoste, había muchas pérdidas", asegura.

Plan Renove, un soplo
Desde que, en la crisis de los noventa, vieron de primera mano que no es bueno tener todos los huevos en la misma cesta, Allplas siempre ha diversificado, por lo que cuando llegó el parón de la obra nueva, el mercado de distribución que tenía les salvó. Los planes Renove de ventanas fueron una gran ayuda, aunque López Lugilde cree que deben tener "un fin cercano porque la gente se acostumbra a la rehabilitación".

El plan estatal para incentivar la rehabilitación, sin embargo, ha decepcionado al sector, dice. El Iva se pasó del tipo normal al reducido y se fijó deducción en el IRPF, pero los valores mínimos de las rehabilitaciones son tan altos que son casi imposibles de cumplir, afirma.

Tres fábricas
Además de la planta de O Ceao, Allplas tiene fábricas en Portugal y Canarias. La empresa facturó el año pasado casi 6 millones de euros. 

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