Las riberas del río son este verano un hervidero de gente. Pasear, darse un baño o, simplemente, tomar algo son opciones que exploran cada vez más lucenses. Y cada vez más visitantes se animan a asomarse al Miño.
La creación de los paseos fluviales, años atrás, empezó a poner de moda bajar al río, pero tras la rehabilitación del puente romano y la apertura de nuevos negocios, el fenómeno no ha parado de crecer y el entorno del río bulle este verano. Cuando el sol calienta, la animación crece.
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