El mendigo que fotografía mariposas

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Ronny Mennes es un trotamundos belga que echó a andar por Europa hace 17 años y que hace cuatro plantó su tienda de campaña en Lugo, donde sobrevive mendigando. Apasionado de la naturaleza, especialmente de los insectos, atesora miles de fotografías de mariposas.

Ronny Mennes constituiría para un sociólogo un ser tan difícil de clasificar como alguno de los insectos que fotografía. A sus 48 años, después de pasar los últimos 17 deambulando por el continente europeo hasta rozar sus confines, Ronny vive de mendigar a la puerta de los supermercados con la disciplina de un trabajador autónomo; duerme en una tienda de campaña clavada en un souto a 500 metros del centro de la ciudad e invierte buena parte de su tiempo persiguiendo mariposas que captura con su pequeña cámara digital. Y a pesar de que algunas de sus características lo sitúan al borde de la marginalidad, no parece tener ninguna dificultad para las relaciones sociales.

Como muchas de las mariposas que fotografía, Ronny se camufla perfectamente entre la normalidad. De constitución menuda, su aspecto es pulcro, su cabello y manos aparecen limpios y aseados y lleva ropas de abrigo en buen estado. Nada lo distingue a simple vista de la parroquia que puebla un día cualquiera a las cinco de la tarde la Taberna de Manuel y María, uno de los puertos en los que recala habitualmente. Ese aspecto aseado lo procura, reconoce, en las concesiones que se permite algunos fines de semana, cuando su novia, que es de Lugo pero vive en Madrid, viene a verlo. Entonces cambia el saco de dormir por las sábanas limpias de un hotel y saca buen partido del agua caliente.

Los lunes vuelve a su hábitat natural, a su tienda de campaña  biplaza en tela de camuflaje rosa, escondida en un bosque autóctono a menos de 500 metros de la muralla. Allí guarda sus efectos personales, entre ellos una radio de onda corta con la que cada mañana escucha las noticias de la holandesa Radio Nederland, que le adelanta las previsiones meteorológicas para todo Europa, incluido el norte de España. Ronny prefiere informarse en su lengua —es de la parte flamenca, que comparte idioma, el neerlandés, con Holanda—, porque el español no lo domina bien. "La radio habla demasiado rápido; igual que mi novia, siempre tengo que pedirle que vaya más despacio", explica en un inglés fluido.

Su dominio de la lengua de Shakespeare no se debe a las excelencias del sistema educativo belga, sino a la enseñanza de la calle. No le pasa lo mismo con el español porque hace siete años sufrió un percance que le dejó secuelas en el procesamiento del lenguaje. "Estaba en mi tienda y un tipo me dio con un bate en la cabeza; tuvieron que darme puntos desde aquí hasta aquí, desde entonces tengo problemas con las palabras", explica recorriendo el cráneo con el dedo de una oreja a otra.

Acampada
Pese a este percance, o a que en su primer emplazamiento en Lugo, en la Avenida de Ombreiro, alguien le hizo trizas la tienda de campaña y se llevó todas sus pertenencias, Ronny no tiene miedo a vivir a la intemperie. Es más, es su elección. "Me gusta así, estoy en contacto con la naturaleza y hago fotos cuando quiero", señala y descarta totalmente la idea de vivir a cubierto. Su novia, comenta, trabaja como maestra en Madrid, pero no se plantea irse a vivir con ella.

Ronny tiene pinta de ser cuidadoso y ordenado, no sólo por su aspecto, sino porque los cientos de fotos de mariposas que almacena están cuidadosamente organizadas en varios álbumes y la mayoría, clasificadas con su denominación común y científica. Y también porque a pesar de haber decidido vivir a la intemperie y pedir a las puertas de un supermercado, su vida sigue un ritmo perfectamente estructurado: se levanta, se arregla, y a las 11.30 se apuesta a las puertas del súper, hasta las dos de la tarde.

A esa hora come en el bar de enfrente  si hace mal tiempo, o en su tienda si luce el sol, porque así aprovecha para fotografiar insectos. Alrededor de las 19.30 vuelve al súper, hasta las 21.00, cuando regresa para cenar. Sobre las 23.30 se pasa por el bar de costumbre a tomar una cerveza y luego, con la luz de su linterna, enfila sus pasos hacia la tienda de campaña. Para llegar a ella tiene un buen trecho por un camino rural, y una empinada ladera alfombrada de hierba y hojas. En ese mismo escenario, pero de día, toma buena parte de sus fotografías de mariposas.

Amigos
Después de cuatro años en Lugo, Ronny tiene amigos por doquier. En su bar habitual conocen su historia, o la parte que haya querido contar, y se preocupan por él. "Que no diga que no lo cuidamos", dice Manuel, el propietario. Sin embargo, también hay quién le pregunta por qué no se pone a trabajar. "¿En qué, en la construcción? Aquí no hay otra cosa y yo no sirvo para eso", dice tocándose la muñeca menuda.

De su carácter afable ha quedado fe en la prensa portuguesa, que en 2004 recogió la protesta organizada en Entroncamento, cerca de Lisboa, después de que un policía decidiera llevarse a Ronny a comisaría por pedir a las puertas de un centro comercial. Varios de los comerciantes iniciaron una recogida de firmas para quejarse del trato que le habían dado y defenderlo porque lo consideraban "un hombre bueno, justo y respetuoso", tal y como recogió en su momento el periódico O Mirante. La defensa fue tan férrea que. dos años después, el Jornal de Notícias se hacía eco de que uno de los comerciantes fue condenado a 86 días de prisión y el pago de 390 euros de multa y 1.178 euros de indemnización al jefe de la policía por difamación y calumnias a causa de ese suceso.

En aquel momento, Ronny viajaba con su perra Maya, que murió en Lugo. Su apego al can era tal, que prefirió invertir dos años en caminar de Francia a Portugal en lugar de usar el tren o el bus, donde no admitían al animal. Ahora no se plantea tener otro, a pesar de que nota que las monedas caen mejor con un perro al lado.

Sin can, su amor a la naturaleza se canaliza en las fotografías, que realiza con gran paciencia y psicología entomológica. "Hay que darle tiempo a la mariposa, que se pose, dejarla ir, esperarla de nuevo, hasta que coja confianza", relata. Las mariposas, dice, pueden vivir varios años y muchas son nómadas, como él:  "Algunas van a África y vuelven", dice. Ronny ha pisado casi toda Europa y se queda con Turquía, porque, aunque la policía es muy dura con los mendigos, la gente "ayuda mucho", asegura.

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