''El Lugo tenía más caché que el Breogán''

Santiago Pacheco (Foto: J.Vázquez).
photo_camera Santiago Pacheco (Foto: J.Vázquez).

Se queja de la cadera y razona: «¡A esta edad, todo son goteras!». Puede ser, va a cumplir los 64, pero la cadera de Santiago Pacheco Vadillo tiene muchos goles que contar. Este hombre, que hoy hace vida de jubilado -con reticencias, ojo, «no paro de hacer recados y me levanto a las siete para sacar a la perra», confiesa-, aparcó el balón, definitivamente, hace cosa de siete años.

Burgalés de nacimiento y lucense de adopción, Santiago Pacheco jugó de medio defensivo y de lateral. Como él dice, «era un comodín». Tanto le daba la izquierda como la derecha. No es así en política: «La izquierda está muy mal. Eso que, advierto, no soy de ningún partido», dice. Quizás tantos años en Lugo le permiten contestar como un gallego de pro, sin mojarse.

Pacheco estuvo seis temporadas en el CD Lugo, de 1967 a 1973. Ganaba 5.500 pesetas al mes y 75.000 al año, de ficha, cuando pagaban... «A veces pagaban y a veces, no. Pero en la pensión, en el hostal Museo, nos trataron siempre muy bien», recuerda. Asegura que los jugadores del CD Lugo tenían, en aquella época, más caché que los del Breogán. Eran otros tiempos, pese a que hay cosas que no cambiaron mucho. Por ejemplo, el fútbol, que, por aquel entonces, no estaba ligado al fenómeno fan. Sin embargo, Santiago Pacheco reconoce que los futbolistas siempre ligaban mucho. «Sí, ligábamos, pero no nos comíamos ni un rosco». Sinceridad castellana y vergüenza gallega. «¡Eso no lo pongas, por Dios!», suplica, entre risas.

Pacheco fue futbolista desde que a los 6 años comenzó a darle patadas a un balón. Como su hermano, que jugó en el Burgos de portero y que también estuvo en el Albacete y en el Elche. «Sí, a él le fue mejor que a mí en el campo. Pero a mí me fue mejor que a él en la vida», compara.

Ahora, a los 63, dice que ya no juega ni a las cartas y el único deporte que practica es el de la «barra fija», «la halterofilia del vidrio», explica. O sea, una caña aquí y un vino allá. Con mesura, por supuesto. Dejó el fútbol y también dejó su oficina de seguros. Es jubilado y tiene tiempo, hasta luce un carné de Cruz Roja, organización en la que colabora para captación de socios. «¿Te apuntas? A las empresas, les desgrava en Hacienda hasta un 30 por ciento y a los particulares, un poco menos, pero también. Al fin y al cabo, es una obra social», convence, en un claro fuera de juego.

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