El hotel no era el de los líos

Bao y Orozco, de buen rollo (Foto: Pepe Álvez)
photo_camera Bao y Orozco, de buen rollo (Foto: Pepe Álvez)

SERÁ QUE los tiempos difíciles generan unión y compañerismo la razón por la que el gobierno municipal de socialistas y nacionalistas apenas ha vivido sobresaltos en los últimos meses. Un año después de su ajustada mayoría sobre un PP que se quedó a las puertas de gobernar la ciudad doce años después, PSOE y BNG mantienen vigente ese Pacto del Hotel, como lo denominan despectivamente los populares y como si quisiesen delatar una infidelidad.

Y nada más lejos de la realidad, porque durante este tiempo lo que demostraron unos y otros es lealtad ante el reparto de tareas, hasta el punto de que el alcalde dejó de acudir a actos para no restar protagonismo a los nacionalistas e incluso se tuvo que excusar cuando, sin consultar con el BNG, llegó a un acuerdo con padres de alumnos del colegio Franciscanos para permitirles recoger a los niños en coche en zona peatonal.

Lo cierto es que el Bloque ha tenido manos libres para gestionar sus áreas de gobierno con políticas en las que han primado la defensa del gallego y la cultura autóctona o para vender obras que en muchos casos ya habían sido planificadas por el anterior responsable de infraestructuras. Hasta el edificio que los populares califican como capricho de Orozco , el Museo Interactivo de la Historia de Lugo, parece que va a sufrir cambios sobre el proyecto inicial, sin que el promotor diga ni pío. Y es que a José López Orozco ya le basta con atender a su negociado, después haber renovado en gran medida su equipo de gobierno y haber asumido personalmente las competencias de Policía Local y personal, las que más dolores de cabeza le han generado en los últimos años. Todo ello unido a los sustos judiciales provocados por el empresario Jorge Dorribo, que le acusó de haberle hecho favores a cambio del patrocinio de actos, allanaron el camino para un parcelamiento de la labor de gobierno en la que el PP solo quiere ver un lado negativo -«Lugo non ten alcalde porque Orozco e Bao non fan nin siquera un», dijo Castiñeira -, aunque a veces lo mejor que puede hacer un regidor o un presidente de gobierno es delegar.

Otra cosa son los logros, que en un tiempo de recortes presupuestarios es lógico que solo se puedan contar con los dedos de la mano. Mantener servicios y pagar nóminas a los funcionarios ya podría considerarse como un éxito para el gobierno local en los tiempos que corren y solo hay que mirar para otros ayuntamientos o comunidades que piden a gritos ayuda.

La aprobación de un presupuesto de contención, con una subida de impuestos moderada que solo desajustó el decreto del Gobierno de Rajoy sobre el Ibi, fue la mejor prueba de que el bipartito funciona, aunque serán los ciudadanos quienes decidan al final de mandato si bien o mal.

Enfrente, una nutrida oposición con doce concejales tratando de azuzar a dos partidos de izquierdas pero con objetivos diferentes y que centró parte de su labor en la defensa de los intereses del PP en la Xunta y ahora también en el Gobierno central, que no es poco.

En 2007 no fue posible un bipartito en el Concello entre los mismos que lo firmaron cuatro años después. Tras el pacto de 2011, muchos apostaban por un mandato convulso, pero lo cierto es que, un año después, en la habitación del hotel aún cuelga el cartel de no molestar.

HEMEROTECA TRAIDORA
Feijóo dice que si no gobierna el PP en Lugo sería «sorprendente» 
El Progreso 27/5/2011

La reflexión del líder del PPdeG era más un deseo que una evidencia, porque al final hubo pacto.

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