El fraude del agua, herencia romana

Trabajos de restauración de la piscina de Santa María, en 2011. (Foto. Pepe Álvez/AEP)
photo_camera Trabajos de restauración de la piscina de Santa María, en 2011. (Foto. Pepe Álvez/AEP)

El agua es vida y por tanto no hay ninguna sociedad en la que no fuera importante, pero si alguien supo sacarle partido, esos fueron los romanos. Idearon y ejecutaron imponentes y complejas infraestructuras de captación, transporte y evacuación, lo que supuso un gran avance en la calidad de vida. No solo en aspectos cotidianos, como el aseo, sino también desde el punto de vista del disfrute. No había ciudad que se preciara sin termas públicas. El agua era, además, prestigio social. Se manifestaba a través de baños y jardines privados, lujos que estaban al alcance solo de unos pocos porque el líquido tenía un precio. Por eso no era raro el fraude. Los enganches ilegales a la red pública no son un invento moderno, afirmó ayer en Lugo la doctora en arqueología Silvia González Soutelo.

A dos días del inicio del Arde Lucus, González Soutelo acudió a Lugo invitada por la Cohors III Lucensium para hablar de la arqueología del agua, su especialidad. Explicó que en las grandes ciudades del imperio -las más estudiadas- tenían agua corriente y que el precio dependía del caudal contratado, del grosor de la tubería, en definitiva. Pero había trucos. Era habitual encontrar la tubería original sustituida por otra de mayor tamaño. «Por los escritos de Frontino -comisionado supremo del agua en Roma en el siglo I d.C.- sabemos que había una preocupación por este tema. Hablaba de la necesidad de recontar los bienes que había en la ciudad y por controlarlos. La legislación sobre el agua era muy exhaustiva, pero otra cosa era la aplicación, como sucede ahora», explica González Soutelo.

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