El Concello de Lugo recurre a hostales para proteger a indigentes del frío

Cola ante el albergue de Santa María, este jueves. XESÚS PONTE
photo_camera Cola ante el albergue de Santa María, este jueves. XESÚS PONTE

La crisis y el frío están poniendo contra las cuerdas a los sintecho. El Ayuntamiento de Lugo ha tenido que tomar medidas extraordinarias y en este momento incluso está pagando habitaciones en hostales a algunos indigentes, porque las plazas en el hogar del transeúnte no llegan.

Aunque suelen resistirse a recurrir al albergue, las temperaturas gélidas de los últimos días han hecho que se dispare el número de indigentes que acuden a dormir al refugio de Santa María. La concejala de servicios sociales, Carmen Basadre, ordenó que la Policía Local dirija al hogar del transeúnte a los sintecho que encuentre durmiendo en la calle. Además, de forma extraordinaria se ha obviado la norma que impide pernoctar más de tres noches seguidas en el refugio municipal.

El resultado es que los últimos días se ha llenado el albergue, que dispone sólo de 22 plazas (cinco de ellas para mujeres) y ha sido preciso desviar cada noche a diez personas a hostales de la ciudad. El Concello corre con ese gasto extraordinario durante los días que se prolonguen las bajas temperaturas, ya que se trata de evitar que muera gente de frío en la calle.

Pero la medida no llega a todos. Hay quien se resiste a recogerse en albergues y se está dando algún caso de indigentes que se refugian en casas o construcciones abandonadas, en el intento de sortear los rigores nocturnos.

La Policía sospecha que el último incendio en el club Eros no tuvo ya nada que ver con el caso Carioca o con problemas de propiedad, sino que el fuego lo desencadenaron -en dos colchones- mendigos que se habían refugiado en el antiguo prostíbulo para pasar la noche.

Baños en el río

Durante los últimos días, y a temperaturas que difícilmente subirían de cero, algunos lucenses han afirmado ver cómo alguna persona sin recursos acudía a lavarse al río por falta de un lugar donde poder asearse. Se trata de personas que intentan mantener unas condiciones de vida dignas aunque para ello tengan que usar aguas gélidas y refugiarse en los alpendres de casas en ruinas que quedan a orillas del Miño, donde fueron vistos por algunas personas. Y es que, en estos casos, cualquier lugar vale con tal de guarecerse de las gélidas temperaturas que se registaron durante esta semana en la capital lucense.

Hacinados

Pero el frío no hace más que sacar a la luz un problema que cada vez afecta a un mayor número de lucenses: la falta de un techo bajo el que poder cobijarse.

Amadora Núñez, coordinadora de la fundación Banco de Alimentos, constata que entre el 30 y el 40 por ciento de las 357 familias a las que suministran semanalmente comida se encuentran, ahora mismo, sin un techo propio bajo el que vivir. Situación que, a tenor de estos cálculos, se podrían encontrar al menos unas 100 familias en Lugo.

Esto no quiere decir, en cambio, que todos ellos duerman en la calle. Lo que suele ocurrir es que viven hacinadas muchas personas en una única vivienda. «Hai casos nos que catorce persoas comparten un piso porque non teñen casa propia e non poden pagar, por si sós, un aluguer. Aquí, ó Banco de Alimentos, veñen pedir moitas veces cantidades grandes de arroz e de pasta para cociñar para moita xente, moitas veces nunha cociña de cámping gas e nun cuarto», afirma Amadora Núñez.

El Banco de Alimentos también es testigo del aumento del paro y de la pobreza en la capital lucense. «Aumenta e non para de aumentar. Hai moita xente no paro porque non está disposta a traballar sen que lle paguen. Ofrécenlles traballos e despois non pagan ou pagan a medias e moitos deles sen contrato nin seguridade social», indica.

En estos casos, de falta de techo, el Banco de Alimentos también les echa una mano poniendo en contacto, muchas veces, a madres solas con hijos que no se conocen y que buscan un lugar para vivir. «Se xuntamos dúas mulleres con fillos que polas súas circunstancias poidan convivir xuntas, ofrecémoslles compartir un piso e pagar a medias o aluguer e os gastos porque soas non o poden facer. Así vanse solucionando moitos casos», dice.

De esta forma, las familias sin recursos pueden vivir en unas condiciones dignas y muchas veces en mejores condiciones que en la vivienda anterior y, sobre todo, con más espacio. «Tratamos de darlles uns pisos en mellores condicións, máis grandes, nos que poidan convivir dúas ou tres familias e, polo que vemos, está a dar bastantes bos resultados», afirma Amadora Núñez.

La incidencia de la crisis económica se hace notar, cada vez más, en el Banco de Alimentos donde también son testigos de un incremento en la demanda de productos de primera necesidad como comida y ropa.

ASISTENCIA. Alimentos en el albergue local

El albergue sólo ofrece alojamiento, pero también comida y, de hecho, suelen ser bastantes más quienes van a comer que quienes pernoctan. Así, el miercoles comieron en el hogar del transeúnte 40 personas y cenaron 52. Ayer fueron a comer 45 y se esperaba a unos 50 para cenar. Incluso se veían colas, con bastantes extranjeros, para entrar al edificio.

Pese al fuerte frío, algún día ha faltado a dormir alguna de las personas que habían reservado cama.

BANCO DE ALIMENTOS

  • Piden el uso de la lavandería del Xeral. El Banco de Alimentos de Lugo pidió a la Consellería de Sanidade el uso de los locales de la lavandería del hospital Xeral con el fin de poder encargarse del lavado y secado de la ropa de los indigentes a los que suministra comida y ropa. «Moitos nin teñen casa e, aínda que a teñan, non teñen lavadora. Sería unha maneira de, ademais de darlles roupa, ofrecerlles ese servizo de limpeza», señala Amadora Núñez, la coordinadora del Banco de Alimentos en Lugo.
  • Duchas. Otra de las ventajas que tendría el uso de estos locales sería que esta gente pudiese acceder a las duchas para asearse. «Hai duchas e hai armarios para que cadaquén poida deixar as súas cousas. Hai tamén unha roupería con lavadoras e secadoras industriais que, doutra maneira, irán para a chatarra. Son 1.500 metros cadrados que non poden quedar sen uso», dice Amadora Núñez. Ahora, el Banco de Alimentos deberá dirigirse al INSS dado que dichas instalaciones, donde está la lavandería, pertenecen a este organismo, según Sanidade.

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