Dulcinea rompe con sus tópicos

foto: pepe álvez
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diría de ella que es un cascabel andante, un risueño repique de campanas. Su sonrisa matiza permanentemente la expresión de su rostro y su risa inunda cada esquina de cualquier reunión de amigos. Si añado que trabaja en el ámbito de la Justicia..., ya no puede caber duda: es Lola Cruz Requejo, Si viajas con Lola a cualquier ciudad del mundo, comprobarás que siempre se encuentra con amigos a los que saluda con efusividad. Esos amigos son, indefectiblemente, de A Fonsagrada, donde residió durante seis años y que, desde entonces, forma parte de su intrahistoria. Lola llegó a Lugo hace más de veinte años. La recuerdo entonces en el umbral de la puerta del juzgado. Cabellos negros y pendientes blancos. Ya llovió. No puedo decir que ahora sus cabellos sean blancos y los pendientes negros (como el escritor francés cuyo nombre no recuerdo) porque los pendientes siguen siendo blancos y, además, sus cabellos… ¡Son rubios!

La alegría contagiosa de la actitud vital de Lola es el plasma en que se desenvuelve una personalidad recia, seria, responsable y humana en su actividad laboral, con vocación de servicio y respeto a la dignidad de las personas. El trabajo de Lola es tan efectivo como callado. Ahora bien, ni su temperamento apacible ni su condición de mujer afable y sonriente puede llamar a engaño. En los momentos precisos, Lola sabe imponer su autoridad al más pintado. Por supuesto sin necesidad de escupir por el colmillo. De ademán brioso, como Dulcinea, convence con argumentos, con habilidad e inteligencia. Se bastaría, ella sola, para destruir de una sentada todos los tópicos y estereotipos que históricamente lastraron el papel de la mujer en la Justicia.

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