Dislate

Hoy acudiré con unos amigos a la última pulpada del San Froilán. Antes estas reuniones de colegas, familiares, de trabajo, etc. se hacían durante todo el mes de octubre, que ya es dedicar tiempo a darle al diente pero estas cosas, ya se sabe, han comenzado a degenerar y se continúa con las pulpadas, con la mayor naturalidad, ya avanzado el mes de noviembre.

No es este el último dislate que se puede percibir, hay más. Vean sino como ya han comenzado con la puesta en escena de la navidad a falta de casi dos meses para que llegue: turrones y mazapanes en todos los supermercados, ofertas por doquier en tanto que los más previsores comienzan a comprar marisco a un precio razonable para congelarlo en casa y disfrutarlo en esas fiestas religiosas que ponen los precios de todo por las nubes.

También las rebajas ya no son como las de antes, ordenadas, después de las navidades o del verano, ahora hay rebajas todo el año, disfrazadas eso sí, para atenerse a la ley, con formas como “Pares sueltos”, “Ocasión”, “Liquidación total”, “Renovamos el almacén” u otros tropos empleados.

Aún así para dislate el de algunos bancos y Cajas que pretenden que comulguemos con ruedas de molino y además, quedar ellos como santos benefactores.

Debido a la crisis, los amos de la usura española se han hecho con cientos de pisos de pobres infelices que no pudieron finalizar los pagos de los plazos pertinentes. Ahora, en un alarde de cinismo y desfachatez, anuncian la venta de estas viviendas de segunda mano con una importante rebaja “con el fin de facilitar el acceso a esta oferta al mayor número de personas”. O sea, que siguen ganando dinero y lo venden como obra de caridad.

Desde luego, ya no me asombra nada, sobre todo desde que leí en la prensa que en Becerreá un peral, sin haberle realizado ningún injerto, da manzanas en vez de peras. ¡Qué fuerte, oiga!

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