Diecinueve reclusos de Bonxe finalizan la condena desde su casa

El modelo de pulsera que se coloca en el pie (Foto: SEBAS SENANDE)
photo_camera El modelo de pulsera que se coloca en el pie (Foto: SEBAS SENANDE)

Diecinueve reclusos cumplen condena en la provincia de Lugo desde sus domicilios, a través de un sistema de control telemático que les permite hacer vida prácticamente normal. Se trata de un sistema de localización que se conecta al teléfono de la vivienda y que funciona a través de una pulsera que lleva el recluso y que dispone de una alarma que salta en la Unidad de Vigilancia Electrónica, ubicada en Madrid, si el usuario excede el perímetro que se le fija.

Los 19 usuarios de este sistema son ex internos de la prisión de Bonxe, porque para beneficiarse de esta medida alternativa a prisión es necesario que hayan llegado al tercer grado y en el centro penitenciario de Monterroso éste no existe.

La junta de tratamiento del centro es quien decide sobre la concesión de estas penas de localización permanente, que deben ser solicitadas por los interesados y que constituyen una prueba de libertad que se basa en el principio de máxima confianza.

Claro que, para beneficiarse de esta medida, los condenados tienen que haber pasado ya por otras fases y, sobre todo, tienen que tener acreditada una excelente evolución. Los pasos previos son el disfrute de permisos, la adquisición del tercer grado restringido —deben acudir a dormir al centro todos los días— y el tercer grado pleno, sólo de lunes a jueves.

En principio, la pena de localización permanente por medios telemáticos no está restringida a ningún tipo de preso, pero es muy difícil que un homicida o un agresor sexual, por ejemplo, lleguen a obtenerla, explica el subdirector de Tratamiento de Bonxe, Miguel Ángel Rodríguez Montero.

El perfil de los 19 ex reclusos que cumplen la condena de esta forma en la actualidad es diverso —el centro penitenciario rechaza dar datos—, pero tienen en común su baja o nula peligrosidad social.

El número de internos de Bonxe que dejan la prisión y pasan a ser controlados telemáticamente se suele mantener entre veinte y treinta a lo largo del año y entre ellos suele haber, por ejemplo, condenados por violencia de genéro o delitos sexuales que han concluido las dos terapias que se llevan a cabo en el centro —son diferentes y una dura algo más de un año y otra, cerca de dos— y que tienen una buena evolución
penitenciaria y social.

Funcinamiento
Instituciones Penitenciarias cuenta con varios dispositivos de control telemático, aunque en la provincia de Lugo de momento sólo se utiliza la pulsera.

Una vez la junta de tratamiento autoriza la medida, personal de Bonxe se desplaza al domicilio del condenado para instalar el mecanismo, que consta de una unidad que se conecta al teléfono y una pulsera que se programa con un perímetro y que lleva una alarma que salta en la prisión si el usuario se excede de ese límite, que coincide con la vivienda.

El penado puede elegir entre una pulsera de mano, más pequeña, u otra de tobillo más grande pero que se puede ocultar bajo el pantalón y que suele ser la preferida precisamente por esta razón.

Y es que el personal coloca la pulsera cuando el interno empieza a cumplir la pena en su domicilio y no se le retira hasta que la finaliza y obtiene la libertad condicional, por lo que, aunque parte del día y los fines de semana no está activa, la lleva siempre puesta.

El tiempo de control es de ocho horas y el horario se establece de acuerdo con los intereses del penado, generalmente por la noche, para que el resto del tiempo pueda cumplir con sus obligaciones laborales o familiares. No obstante, siempre hay excepciones, ya que se pueden dar casos de personas con empleos nocturnos, como panaderos o trabajadores del mar.

Se trata de un sistema de control que genera un alto grado de satisfacción entre sus usuarios porque les evita desplazarse a la cárcel para dormir, algunas veces desde puntos muy distantes de la provincia, y, sobre todo, empezar a normalizar su vida tras el tiempo pasado en prisión.

Con todo, los beneficiarios de estas medidas deben presentarse como mínimo una vez al mes ante los servicios sociales penitenciarios para que éstos puedan hacer un mejor seguimiento de su evolución. 

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