''Desde que lo vi, me quedé con su cara''

lo de esta pareja son muchas casualidades: ambos son maestros y ambos entrenaban sendos equipos de baloncesto en dos colegios concertados rivales, los Franciscanos y los Maristas. Alicia Lombardía y Pablo Fernández se conocieron en un partido entre ambos equipos. Partido que ganaron los Maristas, equipo que entrenaba Pablo.

El caso es que ella se quedó con su cara: ¡no le podía ganar un entrenador tan guapo! E inició su contraataque.

«Recuerdo que, cuando lo vi, le dije a mis niños que teníamos que ganar como fuese, por eso de dejarlo impresionado con que le ganase un equipo dirigido por una chica, pero no lo conseguí», confiesa, entre risas, Alicia, que termina con una frase lapidaria: «Me quedé con su cara».

La segunda vez que coincidieron fue en un curso de entrenadores de baloncesto hace ahora tres años. Y su buena relación los llevó a entrenar juntos el equipo benjamín de los Maristas, la selección lucense de alevín femenino y la de infantil masculino. Con el tiempo y siempre cancha por medio, Pablo se convirtió en el mejor partido de Alicia.

Ahora, tras pasar por el altar, él la entrena a ella -en la cancha- y ella reconoce que, como técnico, hasta le permite que le grite. «No es fácil que tu marido sea quien te entrene porque, a veces, cuando grita no pienso que sea, realmente, mi marido sino que es mi entrenador. Es algo muy difícil de explicar porque es una sensación rara pero, a la vez, bonita. Está bien poder compartir tantas cosas», cuenta Alicia.

Los dos juegan en la Liga Senior Zonal de Baloncesto Lucense. Pablo está en el Enfoca Asesores y ella, en el Pulpalia AXSC. Con tanto compromiso deportivo, pocos fines de semana disfrutan juntos pero sarna con gusto... «Lo peor de este deporte es que los fines de semana nos lo pasamos de pabellón en pabellón, porque cuando no juega ella, juego yo, o juegan los niños de ella, pero se lleva bien», concluye Pablo.

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