Del desconchado manicomio...

La llegada de los enfermos a las nuevas instalaciones, en Calde (Foto: J.Vázquez)
photo_camera La llegada de los enfermos a las nuevas instalaciones, en Calde (Foto: J.Vázquez)

El hospital de castro lucía ahora el cartel de asistencial y rehabilitador, pero, en realidad, fue durante casi seis décadas el manicomio de Lugo. Un centro de internamiento para pacientes psiquiátricos que no podían vivir de forma autónoma e independiente por su enfermedad e incluso para aquellos para los que, pudiendo hacerlo, no se encontró ninguna otra opción.

El hecho de que la mitad de los pacientes, o más bien residentes, que el hospital de San Rafael tenía el año pasado estén ahora viviendo en residencias de tercera edad o centros para asistidos da cuenta de hasta qué punto en el mismo centro se mezclaban enfermos mentales que precisaban de asistencia específica junto con personas con un problema más social que psiquiátrico. De hecho, el proceso todavía no ha finalizado y la previsión es que unos 20 de los 79 pacientes ayer trasladados a Calde se muevan a un centro geriátrico en cuanto se les encuentre plaza.

El cambio de uno a otro centro empezó ayer a las nueve de la mañana con tres enfermos que tienen problemas de movilidad, que fueron llevados en un transporte adaptado. Acto seguido salió el primer autobús con los 20 pacientes de la unidad de cuidados especiales y 22 de rehabilitación y, después, los 30 de residencial y 5 de prepiso.

Nerviosos y expectantes, se agruparon a primera hora de la mañana en el vestíbulo del vetusto hospital de San Rafael para ser acompañados, en pequeños grupos al autocar. Fumando sin parar, con olvidos de última hora (como el que reclamó que fueran a su habitación a recoger tres cajetillas de tabaco como condición para subirse al transporte) y aferrados a bolsas de plástico con sus pertenencias, protagonizaron el traslado más ejemplar que cabría esperar de pacientes con autonomía física. Frente a las milimétricas mudanzas de Calde y del Xeral, en la que cada ambulancia salió con el intervalo exacto en gran medida gracias a que prácticamente todos fueron llevados en camilla o silla de ruedas, el de ayer sufrió el retraso esperable de enfermos que se cambian de grupo, intentan subirse al bus antes de tiempo o deben ir al baño antes de partir. No mucho, media hora después de lo previsto, muchos dejaban la que había sido su casa durante las últimas décadas.

Si bien se ha hablado hasta la saciedad de la integración de los pacientes en el pueblo de Castro -donde, es cierto, muchos acudían con regularidad a tomar café, pasear o comer el pulpo en días de feria- un grupo sustancial apenas salía del centro. El jefe de servicio de Psiquiatría, Luis Vila, alabó ayer el acogimiento que muchos vecinos de Castro brindaban a los internos en San Rafael, pero también recordó que la verdadera integración va más allá de de compartir una bebida en una cafetería y supone la posibilidad de vivir con autonomía, por ejemplo, en un piso.

Más allá de las implicaciones que el cierre de San Rafael tiene para la atención a la salud mental en la provincia o para el pueblo de Castro, que pierde de golpe 80 vecinos, nadie duda de las mejoría evidente en las infraestucturas.

El futuro de las instalaciones de de Castro es incierto. Se trata de un dinosauro desconchado, demasiado grande, demasiado viejo y mal mantenido, en el que apenas se han hecho obras de mejora en los últimos años. No hay sitio al que mirar que no tenga humedad, que no necesite una mano de pintura, en el que no haya cosas inservibles, que no recuerde de forma alarmante a los manicomios de las películas más inquietantes.

 ...al hospital rehabilitador

a Lugo tardó en llegar, pero llegó. Con la reapertura de Calde para albergar parte de las unidades que conforman el servicio de Psiquiatría del Lucus Augusti se materializa la más ambiciosa de las modificaciones que haya sufrido la atención a la salud mental en la provincia. Es cierto que -a excepción de la unidad de agudos, ahora en el Hula y la de continuidad de cuidados, con sede en San José y que se ofrece a domicilio- la mayoría estarán concentradas físicamente aunque no organizativamente en un hospital que no es el general, sino (por el momento y hasta que no se pongan en marcha otros servicios en ese centro) solo para pacientes psiquiátricos. Pero también es cierto que, gracias a las nuevas instalaciones, la provincia dispone ahora de servicios que el Sergas sí daba en otros puntos y no aquí.

Calde permite ahora contar con una unidad de cuidados especiales (28 camas para los pacientes que necesiten mayor supervisión, de las que ahora están ocupadas 20 y donde podrá haber tanto pacientes en régimen abierto como en cerrado), otra de media estancia y rehabilitación (30 camas para enfermos con ingresos reiterados y los que tienen dificultades para adaptarse al medio, ahora con 22 enfermos), una residencial (31 camas para los pacientes que, en realidad, acabarán siendo trasladados a centros geriátricos y prepiso (con seis camas).

Cinco enfermos ocupan ahora prepiso, área que emula un piso real. «Farán a compra, cocinarán, ocuparanse das súas habitacións, limparán... o obxectivo é que se preparen para vivir en comunidade, nun piso tutelado ou nas súas casas», señaló el jefe del servicio de Psiquiatría del Hula, Luis Vila. El fin último será, en todos los casos, la rehabilitación del enfermo y que este pueda vivir en comunidad, aunque siga precisando tutelaje al salir del hospital o los servicios de la continuidad de cuidados.

Además de la unidad de entrenamiento para las labores cotidianas, Lugo tampoco contaba con una unidad de estancia media. Los pacientes que precisaban permanecer ingresados o lo hacían en la unidad de agudos o lo hacían en San Rafael, inicialmente pensado para estancias más largas y donde muchas de las altas que recibieron los enfermos con los años llegaban tras décadas de estancia. No existía una zona para una hospitalización de cinco meses, por ejemplo, y, en ocasiones, esos pacientes acababan pasando ese tiempo en el área de agudos.

Salidas

Ayer fue el día de adaptación, de conocer las instalaciones y de reposar tras la agitación del traslado -que transcurrió sin incidentes y donde solo un paciente hubo de ser sedado- por lo que no estaba prevista ninguna salida. Pese a todo, un paciente, nada más llegar a Calde se aventuró a dar una vuelta por la finca tras estrenar la máquina del café. Dijo que las instalaciones le gustaban mucho y se alegró de la proximidad a la capital lucense, a donde esperaba ir a visitar a su familia.

A los pacientes en régimen abierto, que suponen la inmensa mayoría, se les animará a que utilicen el transporte urbano y viajen a Lugo. Inicialmente, acudirán acompañados hasta que se familiaricen con las rutas.

Entre otras novedades con las que contarán los pacientes está que todas las habitaciones (casi todas dobles o triples, aunque también las hay sencillas) cuentan con baño individual, algo que no ocurría en San Rafael. En todas las unidades hay una sala para fumadores. También disponen de sala de audiovisuales y biblioteca.

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