De gasolineras y provincianismo

Una manifestación en la zona de la gasolinera en cuestión (Foto: Xesús Ponte/ AEP)
photo_camera Una manifestación en la zona de la gasolinera en cuestión (Foto: Xesús Ponte/ AEP)

me estoy riendo desde que ayer leí en un periódico de Madrid que José Blanco y Jorge Dorribo se vieron en la estación de servicio de Guitiriz. La carcajada no me vino por la noticia del encuentro, sino porque se cuenta como si fuera una fechoría cometida en un lugar desangelado, elegido para pasar desapercibidos.

Yo soy de las que quedan en esa gasolinera y sé, como las miles de personas que pasan por allí, que debe haber pocos sitios menos recatados en esta provincia. Nadie en un radio de muchos kilómetros a la redonda se vería allí si lo que quiere es tener un encuentro muy privado.

Me río porque, definitivamente, me resultan terriblemente provincianas las ideas de algunos madrileños ( o barceloneses, tanto da) que a estas alturas del mundo creen que ellos están en el centro del mundo y que todo el que se mueva fuera de la Puerta del Sol es un paleto o alguien que quiere camuflarse en una selva perdida. En Lugo, donde todo el mundo conoce a todo el mundo, es difícil hacer algo y que no trascienda, pero es definitivamente imposible pasar desapercibido en un lugar por el que siempre pasa gente.

No es que yo ponga una mano por Blanco, ¡Y qué decir de Dorribo una vez sabido lo que se sabe! Con el tiempo, quizás, conoceremos la verdad y sabremos incluso qué les llevó a encontrarse en Guitiriz y si tramaban prebendas indignas. Desde luego, lo que ya podemos saber ahora mismo es que la reunión no fue clandestina. Imposible en semejante lugar.

La cuestión, de hecho, no son los personajes y sus relaciones, sino la idea de Lugo que dan algunos. Un diputado del PP, Carlos Soriano, que se deja ver por muchos programas de la tele -supongo que será porque la formación le reconoce un papel preminente y cierto nivel- dijo ayer que el encuentro entre Blanco y Dorribo tuvo lugar «en una gasolinera perdida de España». Y yo me río, pero por no llorar. Ya sé que los políticos dicen esas cosas para extender las sombras de la sospecha, pero visto desde aquí da pasmo. La idea, sin embargo, tiene acogida en mucha gente y hay quien ve sórdido el encuentro. «Me suena a un capítulo casposo de Los Soprano», me decía ayer alguien.

Está por ver si el fondo del encuentro es propio de Los Soprano, pero deja estupefacto que se quiera convertir en tal cosa por el simple hecho del lugar en el que tuvo lugar el encuentro.

Cuando he quedado en esa gasolinera siempre me he encontrado con que suele estar más concurrida que la Rúa da Raíña. Es un lugar clave hasta para las huelgas, porque desde allí se puede bloquear el tráfico de media Galicia. Es un cruce de caminos clave y allí para todo tipo de gente, incluso a veces a comprar los periódicos de los que piensan que sus lectores viven en el fin del mundo.

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