De bomberos e incendiarios

E L FUEGO fue utilizado por la iglesia como un elemento purificador, que se simboliza con la fragua que separa la escoria del metal útil. Pero en política resulta peligroso este uso de puertas adentro, porque cuando se enciende la chispa resulta difícil predecir la dimensión del incendio y si habrá bomberos capaces de apagarlo antes de que los daños sean irreparables.

El PP de Lugo y más en concreto el portavoz municipal, Jaime Castiñeira, jugó peligrosamente con el mechero desde que decidió relegar a un segundo plano en el grupo al concejal Enrique Rozas, a quien dejó sin la dedicación exclusiva que tenía en el anterior mandato y le fue quitando responsabilidades en el día a día. La llama fue calentando el ambiente y aunque el edil siempre se mostró en sus comparecencias tan imperturbable como el valiente que camina descalzo por las brasas del San Juan, la mecha acabó por prender tras proponer Castiñeira a otro concejal para el cargo de consejero del CD Lugo en vez de a Rozas, quien durante años fue gerente del patronato de deportes municipal. El ofendido, que para nada tiene antecedentes como pirómano, estalló y abandonó el pleno para no tener que votar este punto, una actitud que su jefe de filas tildó de deslealtad.

Las alarmas saltaron entonces en un partido habituado a la disciplina, sobre todo cuando goza de altas cotas de poder como ahora, aunque no ocurra así en el Concello de Lugo. El presidente provincial del PP, José Manuel Barreiro, tuvo entonces que ponerse el casco y sacar la manguera para enfriar el ambiente, y parece haberlo conseguido, hasta el punto de que en la reunión del comité local de esta semana dio a entender que el fuego en Lugo estaba controlado, a diferencia de lo que le ocurre al bombero Gómez Besteiro en Ourense, donde hasta cinco concejales afines al incendiario Pachi Vázquez tienen en ascuas al alcalde y a una novel dirección del PSdeG.

En el caso de Lugo, la intervención de Barreiro primero y una oportunísima renuncia de Arcadio Silvosa a su dedicación exclusiva en el Concello, tras haberle sido concedida una pensión de invalidez, parece que han sido suficientes para atajar el fuego. Rozas vuelve a contar en el grupo, al que podría estar dedicado a media jornada tras el ofrecimiento de Castiñeira, y el portavoz popular se asegura una oposición sin sobresaltos internos hasta final de mandato. Eso sí, queda por ver si las secuelas del incendio afectarán a unos y otros o si el monte se regenerará con el paso del tiempo.

Otro conato de desastre, en este caso parece que fortuito, es el que vivió el BNG con el anuncio de retirada de Antón Bao de la política por asuntos personales. La baja del portavoz nacionalista iba a ser cubierta por el número tres de la lista, Teo García, quien durante semanas se pensó si entraba en la corporación en un momento trascendental para su empresa, Novagalicia Banco, y complicado también para su formación política, inmersa en un debate interno para evitar un descalabro electoral en las próximas convocatorias electorales.

Tras dar el sí a los suyos y estar pendiente su presentación pública, en el último momento decidió renunciar, alegando falta de disponibilidad para la labor política, lo que obligó al BNG a trasladar la petición a la siguiente de la lista, Cristina Ferreiro, que, como enfermera que es, llega para aliviar la ansiedad en un grupo municipal que algunos ya creían que lo único que le quedaba era inmolarse.

Sonia Méndez enciende la mecha con la utilización de las ayudas sociales

Pero mientras los grupos de la oposición jugaban a poner la brasa en el asiento de sus compañeros, llegó la concejala de economía, Sonia Méndez, para recordarles contra quién tienen que ir. Y lo hizo tratando de utilizar la negativa de PP y BNG a apoyar los presupuestos para 2014 para convencer a las asociaciones sociales y a los medios de comunicación de que esta decisión les iba a dejar sin subvención este año. Los reproches no tardaron en llegar, dado que un gobierno local con las cuentas prorrogadas solo tiene que someter a la votación del pleno cualquier proyecto o paquete de ayudas para sacarlo adelante. El PP acusó a Méndez de utilización política de estas subvenciones y el BNG, directamente, de «mentir». Paz Abraira no se mordió la lengua y ayer volvió a recordarle a la edil que las nuevas ayudas para empresas que presentó el jueves fueron una propuesta de los nacionalistas. La cosa está que arde.

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