Cuestiones previas

L AS CUESTIONES previas que las partes presentan en algunos procedimientos penales al inicio del juicio oral pueden condicionar, de un modo u otro, el desarrollo de todo el litigio. Ese turno de alegaciones sirve en muchos casos para que los abogados que ejercen la representación legal de los imputados pongan sobre la mesa aquellos aspectos que pueden dar lugar a incidentes posteriores. Ejemplos tenemos, uno muy reciente en el caso de las multas, de la importancia que pueden tener esas exposiciones anticipadas en el resultado final del proceso. Esos alegatos iniciales pueden incluso derivar en la nulidad de toda la causa, lo que obliga a defensores y acusadores a revisar con detalle el sumario y a analizar con detenimiento la jurisprudencia que existe en relación con lances similares.

A menos de un año para las elecciones municipales, el Gobierno ha manifestado su intención de abordar una reforma de la ley electoral que permita gobernar en los ayuntamientos a la lista más votada. Aparentemente, el argumento para afrontar ese cambio es simple. Se trata de garantizar que sean alcaldes las personas que cuentan con más respaldo entre sus vecinos. Sería una forma, argumentan los promotores de esta hipotética enmienda, de acabar con situaciones que se repiten de forma recurrente tras cada proceso electoral. Candidatos que rozan la mayoría absoluta se quedan con la miel en los labios. Otras opciones políticas, más o menos minoritarias en lo que se refiere al apoyo de sus conciudadanos, consiguen una fuerza absolutamente desproporcionada en los gobiernos locales en relación con sus discretísimos resultados en las urnas.

Esas situaciones se producen por lo que los populares han dado en llamar pactos entre perdedores. Así planteada, la reforma en la que piensa el Ejecutivo casi parece una necesidad. Sin embargo, semejante cambio requiere al menos de un turno para plantear cuestiones previas. Argumentos que deben llevar a una reflexión pausada.

La primera cuestión previa que habría plantearse tiene que ver, precisamente, con la posibilidad de conformar gobiernos estables en las administraciones locales. El ejemplo más claro de lo que podría suceder se aprecia a día de hoy tanto en el Concello de Lugo como en la Diputación. En ambas corporaciones el PP tiene más representantes que sus rivales políticos, pero carece de la mayoría suficiente. Una reforma del actual marco legal podría llevar al poder a la lista más votada, pero queda por ver que pudiese realmente gobernar. Cómo podría sacar adelante asuntos importantes para su municipio un alcalde en minoría y sin posibilidad aparente de pactar con fuerzas políticas con las que no tiene afinidad ideológica. No parece sencilla de aplicar la propuesta del Ejecutivo salvo, eso sí, que piense en una metamorfosis completa del actual sistema político.

Ahora mismo, los aspirantes a alcalde del PP conocen de antemano las dificultades que tendrán para formar gobierno si no son capaces de obtener en las urnas la mayoría absoluta. En cambio, si llega a producirse esa revisión, serán los candidatos de su partido los que tendrán más opciones de hacerse con los gobiernos locales. Mientras los populares aglutinan prácticamente todo el espectro electoral de la derecha, desde posiciones más radicales hasta posturas más centradas y moderadas, históricamente el voto de la izquierda está mucho más fraccionado. Atomizado entre diferentes alternativas políticas que pulen sus matices ideológicos bajo diferentes siglas.

Es legítimo que los populares, a quienes los pactos entre los partidos de izquierda han privado de muchas alcaldías, impulsen una reforma de este tipo. Quizás conviene, en todo caso, formular otra cuestión previa. Habría que plantearse si a menos de un año de las elecciones municipales, y sin consenso sobre este asunto, resulta apropiado afrontar una revisión de este calado. Tampoco estaría de más responder a otra pregunta. A quién favorece. Al país, a la democracia, a las instituciones o a la fuerza política que la promueve.

Nefasta campaña de promoción

Ironizaba con el tema el portavoz del PP. Hablaba de la nefasta campaña de promoción turística de la ciudad que ha protagonizado la huelga la basura. Varias semanas con imágenes de las calles llenas de mierda en todos los telediarios hace daño. Los hosteleros dicen que esta situación provocó cancelación de reservas hoteleras. Las circunstancias no son un reclamo, sin duda, para que lleguen las visitas. Además, esto sucede, probablemente, en la peor época del año. Otros lugares recogerán lo que Lugo se deja en el camino. Una lástima.

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