''Cuando vas al terreno, quedas enganchado''

Lleva años vinculado a Unicef, donde fue, primero, presidente de Lugo y, desde hace unos años, presidente gallego. Su vena solidaria le vino ya de niño. Reconoce, sin aspavientos, que «yo también fui un niño Unicef» y por eso recuerda cuando, con 6 o 7 años, le daban en la escuela «un vaso de leche y un trozo de queso color butano». Eran los años 50.

Ahora, y mucho antes ya, es él quien, metafóricamente, da la leche a otros niños. De joven, fue con sus manos y con sus conocimientos médicos. Poco después de la Marcha Verde de Marruecos en el Sáhara español, se marchó a operar de cataratas a los saharauis de los campos de refugiados en Argelia.

Se casó y perdió puntos, por así decirlo, en los procesos de selección de los cooperantes internacionales. Pero le quedó el gusanillo de la solidaridad.

Viajó a Cuba y se empeñó en recorrer los barrios más marginales para estar con la gente. Tenía un guía de lujo, Luis Zúñiga, el director de la oficina de Unicef en Ruanda que sería asesinado años después.

«Vi lo que no ve nadie, pero es curioso: se produce una empatía sin hablar. Tú captas la alegría de ellos y ellos ven en tu cara que los admiras. Cuando vas al terreno, que es como llamamos nosotros a las zonas depauperadas, quedas enganchado», explica el facultativo.

De Cuba, se fue a Marruecos. En el Atlas, supervisó el proyecto de la Casa de las Mujeres. «Consistió en hacer casas al lado de los centros de salud, con varias camas y gobernadas por mujeres. A estas casas, van las mujeres a dar a luz. Con estos cuidados, bajó la mortalidad infantil una barbaridad», señala Manuel Sández.

Mali

También disminuyó la mortalidad infantil en una ciudad de Malí y solo por construir uno o dos pozos.

Otro proyecto que tuvo ocasión de revisar, en mayo pasado, fue la instalación de letrinas públicas en Kalifadaga. Antes solo existían letrinas en las escuelas y eran mixtas.

«Por eso había muchas niñas que abandonaban la escuela cuando tenían la menstruación. Un problema que se resolvió, simplemente, con levantar una pared en mitad de la letrina», cuenta.

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