Cuando el animal anda en dos patas

RESULTA DIFÍCIL ,sobre todo si se tienen niños, resistirse a la tentación de tener una mascota en casa, aunque con el paso de los meses las familias acogedoras van descubriendo que el nuevo inquilino puede resultar un incordio al que algunos acaban poniendo remedio por la vía más expeditiva, el abandono.

Y claro, así nos encontramos con que los albergues de las protectoras de animales estén siempre desbordados por culpa de esa falta de responsabilidad a la hora de asumir un papel tan delicado como debe ser el hacerse cargo de un animal de compañía.

Hace unas semanas un familiar me ensalzó las ventajas de tener un perro en casa, una experiencia que en su caso asegura que le aporta más momentos gratificantes que incómodos. Los defensores de la convivencia con los animales consideran que el estilo de vida en las ciudades provoca ansiedad, depresión y baja autoestima en aquellas personas que viven solas, y también destacan que pueden ayudar a aquellas personas con enfermedades coronarias a mejorar su salud. Además, aseguran que a los ancianos o personas con problemas mentales las mascotas les otorgan mayor tranquilidad y les disminuyen la sensación de aislamiento, mientras que en el caso de los pequeños de la casa, les puede infundir el concepto de responsabilidad y les hace menos violentos.

Claro que después de este corolario de buenas razones para tener un animal en casa nos falta incluir los problemas que genera convivir con quien no tiene capacidad de raciocinio, se mueve por instinto y necesita de unas normas de adiestramiento de las que no siempre son conocedores sus dueños. Y es que hay que tener en cuenta que a un perro no siempre le gusta quedarse solo encerrado durante un día o una noche y puede acabar volviéndose agresivo o molestando al vecindario. Además, los maniáticos de la limpieza pueden tener un problema si se hacen con una mascota, sobre todo por las bolas de pelo o defecaciones que pueden aparecer por salones y dormitorios. Y tampoco hay que olvidar que el mantenimiento y los cuidados veterinarios tienen un coste, así que no está de más echar cuentas de lo que puede suponer el nuevo fichaje.

Por todo ello, cuando alguien se decida a dar el paso de acoger un animal en casa debería sopesar en una balanza los pros y contras para no llevarse una decepción ni incrementar la lista de indeseables que abandonan mascotas o que, en el peor de los casos, las acaban sacrificando.

En todo caso, si están pensando en hacerse con un perro, les recomiendo echar un vistazo a la página web www.protectoralugo.org, donde pueden ver unas entrañables fotos de perros que se dan en adopción.

‘El nunca lo haría’, reza un cartel con un can abandonado. Claro, porque no es humano.

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