Consummatum est

La cosa no es novedosa pero todo parece indicar que por estos pagos continúa de total actualidad. Me refiero, por si no lo han adivinado, a la política de hechos consumados que se viene practicando en esta ciudad desde tiempos que se me pierden en el recuerdo.

Desde luego, esta forma de actuar ha dado resultados excelentes, y pingües beneficios, que todo hay que decirlo, a los que la han puesto en práctica. Resulta, eso sí, un poco arriesgada en algunos casos, pero de todos es sabido que aquí existen numerosos edificios que se empezaron a construir en la ilegalidad, siguieron levantándose en condiciones similares y, apurando la jugada, se remataron sin tener todos los papeles en regla.

Ahí estaba el quid de la cuestión porque una vez edificados, qué administración se atreve a ordenar su derrumbe para instalar allí un parque sabiendo que deberá pagar una buena millonada. Ninguna, por ello lo más fácil ha sido legalizar lo ilegal, salvo contados casos, y aquí paz y después gloria.

Recuerdo hace una porrada de años la polémica levantada en la llamada entonces avenida de Carrero Blanco con un edificio que una vez construido, permaneció en litigio por su ilegalidad durante unos años. Ahí está, como también están muchos duplex y áticos erigidos con licencia de oficinas o de apartamentos para burlar la normativa.

La cosa, como se ve, viene de viejo y algunos no han perdido las mañas sino que las han mejorado con el tiempo. Ahí tienen sino el adefesio de edificio que se construye en O Garañón. Mientras que administraciones y jueces deliberan y deciden la presunta ilegalidad o no de tal edificación, los pilares siguen aumentando y cogiendo altura con la mayor rapidez posible porque de lo que se trata es de finalizar cuanto antes. Una vez rematada la obra, aunque sea declarada ilegal, ¿alguien se va a atrever a ordenar su demolición y pagar cantidades millonarias a los promotores y a los que ya han adquirido las viviendas? No, ¿verdad? Pues eso, “consummatum est”.

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