Conociendo a Fleming

Chang y Araújo se saludan, en presencia de los doctores Pérez de Llano y Boquete (Foto: Guille Dacal)
photo_camera Chang y Araújo se saludan, en presencia de los doctores Pérez de Llano y Boquete (Foto: Guille Dacal)

Imagine que, tras un agotador proceso infeccioso, le dan la posibilidad de conocer al padre de la penicilina. Algo similar debió sentir ayer Juan Carlos Araújo al estrechar la mano de Tse Wen Chang, el científico taiwanés que desarrolló el omalizumab, un fármaco contra el asma que llevan administrándole dos años y que ha resultado el único tratamiento efectivo para su enfermedad.

Pese a que la aplicación del medicamento está muy lejos del amplísimo abanico de recomendaciones que pudo tener el antibiótico, lo cierto es que, para la cuarentena de pacientes del Hula que reciben omalizumab hay un antes y un después de su tratamiento. Resulta evidente en casos como el de Juan Carlos Araúo Taboada, cuya vida ha estado en gran medida marcada desde bien pequeño por el hecho de padecer asma crónica.

Para alejarse del clima húmedo de Lugo que tanto perjudica a este tipo de pacientes, estudió en un internado en León primero y en Madrid, después. Volvió a vivir en Lugo en 2003 y, aunque inicialmente su problema parecía haber remitido, enseguida volvió a manifestarse. «Te obliga a estar permanentemente colgado del inhalador, no iba a ningún sitio sin él. Tenía problemas para dormir, no podía hacer deporte, temía probar algunas comidas por si me daban alergia... Los tratamientos hacían que estuviese mejor una pequeña temporada, pero nunca bien del todo», explica.

Hace dos años comenzó el tratamiento con el medicamento que el doctor Chang patentó a finales de los 80 en Estados Unidos y que, años después, fue aprobado para Europa. «Me empecé a encontrar bien, a respirar perfectamente. De vez en cuando, aún tengo un brote, pero el cambio ha sido espectacular. La verdad es que me ha cambiado la vida», asegura. Así se lo dijo al doctor Chang en su encuentro ayer en el Hula, después de que el científico le preguntase si el fármaco estaba siendo efectivo en su caso.

Al uno por ciento de los pacientes con asma que se tratan en el hospital de Lugo se les administra omalizumab, un índiceque dejó ayer a su creador, «muy impresionado». «Ese número, aunque parezca un porcentaje muy pequeño, es realmente muy bueno. En otros países es mucho menor. En Taiwá, por ejemplo, sólo a aquellos pacientes que tienen un asma muy severa se les administra», aseguró el doctor Chang. El elevado precio del medicamento -un inyectable en la que una sola ampolla supera los 400 euros en España- hace que se aplique de forma limitada en según qué países, pese a ser el único tratamiento efectivo en muchos casos.

Es el de Juan Carlos, que, sigue utilizando inhaladores pero con menor frecuencia que antes. Viajar, hacer deporte o, simplemente, no llevar el inhalador en el bolsillo son algunos de los cambios palpables en su vida diaria. «Dormir del tirón también tiene su importancia, desde luego. Llevo una vida normal», dice, aliviado de dejar atrás tiempos más problemáticos.

Como muestra de la dependencia que suele padecer un enfermo de asma crónica de los inhaladores, cuenta que en un viaje a Nueva York en el que se le acabó el medicamento tuvo que acudir al médico sólo para que le extendiese una receta. «Entre la consulta y comprar el inhalador me debió de salir la broma por unos 400 ó 500 euros», recuerda.

Futuro

Por el momento, el omalizumab está aprobado en Europa sólo para el asma, aunque Chang recordó ayer en su visita al Lucus Augusti que ya se están estudiando las aplicaciones en otras patologías. «Puede ser utilizado para muchas otras enfermedades alérgicas. Es objeto de una investigación muy activa en el caso de la dermatitis atópica, urticaria crónica y alergias alimentarias. Ha dado buenos resultados en la alergia al cacahuete por ejemplo, que es una alergia muy peligrosa especialmente en niños. Por supuesto, también resulta efectivo en la rinitis alérgica, que tiene un enorme número de afectados», explica el científico.

Precisamente él también padece ese tipo de rinitis y aventura que la aplicación del fármaco para esa patología no está lejos. Explica que resulta especialmente complicada la aprobación de un medicamento para una enfermedad que, perjudica mucho la calidad de vida, pero no la pone en peligro. «El omalizumab es un medicamento muy caro, pero en unos pocos años el precio bajará porque saldrán nuevas patentes. Estoy seguro de que, en cuanto baje de precio, se pedirá que se aplique para la rinitis», indica.

A su juicio, vistas las posibles aplicaciones que se abren con ese fármaco en concreto y con la terapia anti-IgE (a la que pertenece y, en cuyo campo, Chang sigue investigando) es recomendable que se conozca su administración. «Es importante que los médicos de Lugo hayan aprendido cómo funciona, no sólo los jefes de servicio, sino los médicos en general, porque muchos pacientes pueden llegar a ser tratados con él», dice.

El investigador taiwanés reconoció que había conocido el hospital de Lugo por las investigaciones sobre la aplicación del omalizumab del doctor Pérez de Llano, jefe de servicio de Neumología, y su equipo. Destacó el activo papel de España la investigación en ese campo y atribuyó la escasez de patentes asociadas a una cuestión de «educación investigadora, una tendenca que lleva años revertir».

FIGURA
Creador de su propia farmacéutica

Tse Wen Chang desarrolló el omalizumab en Tanox, la compañía farmacéutica que fundó en Estados Unidos en 1986 junto a su mujer. Según consta en su currículum la pusieron en marcha desde cero, atrayendo inversiones y formando y dirigiendo los grupos de Investigación y Desarrollo. Él mismo confesaba ayer que, cuando empezó a investigar y especialmente al hacerlo dentro de su propia empresa, se inclinó por el campo que se presentó como más prometedor. Reconoció que también influyó el hecho de ser él mismo un paciente con rinitis alérgica.

80.000 pacientesra

Se calcula que un total de 80.000 personas en todo el mundo se han tratado con el fármaco desde su patente. Tanox fue vendida en 2007 por más de 900 millones de dólares.

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