Ciudad para romanos de piernas largas

Esther Acitores es palentina y, tras ejercer durante un tiempo como acompañante de grupos turísticos por España, formó familia en Lugo y cambió los viajes por un empleo en un hotel de la ciudad. Lo completa con un servicio de guía local, para lo que tuvo que habilitarse ante la Xunta, una decisión que en un primer momento su familia no entendió muy bien. «¿Para qué vas a sacar el título, para lo que hay que ver en Lugo?», le decían. Fue hace sólo tres años y es una muestra del estado de opinión de la ciudad sobre su potencial turístico, que los visitantes sí saben apreciar.

Las guías que enseñan Lugo coinciden en que la urbe evolucionó tremendamente como destino turístico en la última década, aunque todavía le queda camino por recorrer, señalan. Son testigos también de que la curiosidad humana es infinita.

BEATRIZ PÉREZ: «Preguntan moito canta xente se suicidou tirándose da muralla»
Beatriz Pérez es de las veteranas y no tiene duda de que hay un antes y un después de la declaración de la muralla como Patrimonio Mundial. «Para empezar, agora é un destino, cando antes era como moito un lugar de paso, e a escusa da muralla serve para ensinar outras cousas. Coa catedral, por exemplo, a xente asómbrase moito», explica esta guía, que no deja de sorprenderse de que una pregunta relativamente frecuente es cuántas personas se han suicidado desde el monumento romano. «Veno perigosísimo, que se poida camiñar a esa altura e nunca tivera caído ninguén, que os nenos corran polo adarve...».

Sorprende también, cuenta, que desde el paseo se puedan ver los interiores de muchas casas, que sus inquilinos no coloquen cortinas, mientras que de la ciudad en general les llama la atención la vitalidad del casco viejo.

ESTHER ACITORES: «Me cuestionaron la longitud de las piernas de los romanos»
Esther Acitores sabe, por experiencia, que cuando un turista extranjero llega a Galicia, casi siempre conoce ya otras partes del país, especialmente el sur. No se pueden imaginar, explica, que en esta esquina haya un monumento de la antigüedad y de la magnitud de la muralla. Entero, que se pueda caminar por él, gratis...

Una de las reacciones más simpáticas con las que se encontró fue cuando un turista le cuestionó que los romanos tuvieran las piernas tan largas como para llegar al primer peldaño de las escaleras interiores de la muralla, que está a cierta altura del suelo precisamente como elemento de seguridad. Para llegar a ellas utilizaban escaleras de madera. «Dicíanme que non tiñan as pernas tan longas e tamén que era imposible que os romanos fixeran unha obra así, que non había esa enxeñaría...».

A excepción del turista cultural, que llega informado de lo que se va a encontrar, en general las sorpresas de los visitantes con la ciudad son continuas, explica. Que las tapas sean gratis, que haya una ruta jacobea, que el comercio sea tan barato..., aunque no hay que tirar las campanas al vuelo, opina. «Se está haciendo un esfuerzo ímprobo en la rehabilitación de A Tinería, pero soprende que nadie baje a las termas, que no haya un buen paseo en el puente romano o que la gente llegue al monumento de Santa Eulalia de Bóveda y se lo encuentre cerrado...».

MÓNICA DÍAZ: «Antes había quen só durmía en Lugo, nin daban a volta á muralla no bus»
Mónica Díaz ejercía como guía local casi a tiempo completo en Santiago, con varias agencias de viaje extranjeras, hasta que, a raíz de la declaración de la muralla como Bien Mundial, la demanda de visitas a Lugo empezó a crecer. La ciudad se convirtió en su apuesta personal por su potencial y porque sostiene que, a día de hoy, es la más cómoda de Galicia para el turista. Una estación de autobuses a cien metros del casco histórico, sin colas, con hostelería y comercio más barato..., apunta.

Desde el punto de vista turístico, no hay color entre el Lugo de hace diez años y el actual, dice. «Eu empecei como guía en 1993 e daquela traballaba cunha axencia de viaxes francesa que facía parada en Lugo. O grupo durmía no Gran Hotel e continuaba a viaxe, nin sequera facía unha panorámica da muralla en autobús. Eu, se me quedara en Santiago, durante varios años tería gañado moito máis, pero hoxe estoume achegando ao nivel de ingresos que tiña daquela», cuenta como ejemplo de lo que han cambiado las cosas.

Lugo no sólo se ha convertido en un destino turístico, sino que los visitantes cada vez pasan más tiempo en la ciudad, asegura. De Lugo gusta todo -«a única queixa que recibín en todos estes anos é sobre a costume de tirar os papeis no solo dos bares»-, aunque la estrella es la muralla. «Nótase cando é xente que vén doutras cidades romanizadas. Preguntan outro tipo de cousas, por exemplo, onde está o teatro».

Las consultas de los turistas son de lo más variopintas, por lo que no siempre es fácil estar preparado para responder. Una de las últimas: ¿la hostia del Santísimo Sacramento que se expone de forma permanente en el altar mayor de la catedral es siempre la misma o la cambian? Mónica tuvo que preguntar en la sacristía. La respuesta es que se cambia cada quince días.

MARÍA ABUÍN: «Hai case a mesma cifra de persoas nas visitas a Lugo que nas de Santiago»
María Abuin todavía no lleva un año como guía local, pero coincide con sus compañeras en el enorme potencial de Lugo. «Este verán nas visitas guiadas que fixen tiña máis ou menos o mesmo número de persoas en Lugo ca en Santiago, aínda que Compostela recibe moitísimos máis visitantes», cuenta.

María coincide con el resto de guías en que la vitalidad de la ciudad, la belleza de la catedral y, por supuesto, la muralla, cautivan a quienes llegan a Lugo. El problema, dice, es que no se vende lo suficiente.

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