Centenares de personas despidieron en Fraialde a Montserrat Labrada

En la Galicia rural, dos campanadas seguidas, tocadas de forma intermitente, anuncian la muerte de una mujer. Fernando Teijeiro, un conocido sindicalista de la UGT, cambió ayer la pancarta por el badajo de la campana, que se esmeró en tocar como vecino de Fraialde y amigo de la pareja media hora antes del sepelio de Montserrat Labrada, la auxiliar de clínica supuestamente asesinada por su marido, Juan Carlos Pernas.

Centenares de personas se congregaron en la pequeña iglesia de Fraialde, totalmente abarrotada, al igual que el atrio y los alrededores del templo y del camposanto, donde momentos después sería enterrada Montserrat Labrada.

El joven párroco de Fraialde, previendo la multitud que acudiría al entierro, se ‘armó’ de un micrófono y un altavoz para hacer extensivo el oficio religioso a todas aquellas personas que no pudieron entrar en la iglesia.

Otros asistentes abarrotaron incluso el pasillo central, a falta de asientos; entre ellos la delegada de la Xunta en Lugo, Raquel Arias, que acudió para acompañar a la familia de la víctima en este duro trance, así como la secretaria xeral pola Igualdade, Marta González, y la subdirectora del Sergas, Mercedes Carreras Viñas.

El oficio religioso fue presidido por el párroco de Fraialde y concelebrado por otros tres sacerdotes, entre ellos el capellán del hospital Xeral, Edelmiro Ulloa, y el párroco del Sagrado Corazón, barrio donde vivía la víctima.

El párroco de Fraialde inició el funeral haciendo mención a los sentimientos generalizados, por parte de todos los presentes, de «dolor, conmoción, indignación e rabia» y deseó que «estes sucesos nunca máis volvan a pasar».

Durante la homilía, el sacerdote expresó palabras de consuelo hacia la familia de la víctima. Posteriormente, en las peticiones, el párroco del Sagrado Corazón pidió «por las víctimas de la violencia de género, para que esa lacra desaparezca de la sociedad».

El funeral finalizó anunciando el sacerdote a todos los presentes que la misa prevista para esta mañana, a las once, será por el eterno descanso de esta nueva víctima de la violencia de género.

Terminada la ceremonia religiosa, Fernando Teijeiro cogió el crucifijo y encabezó la comitiva con el féretro y los padres y el hermano de la víctima. Pese a que en la esquela se advertía de que no se admitían flores, sí hubo coronas de su familia, de sus vecinos y de sus compañeros. Una rosa blanca acompañó al féretro en su última estancia.

En medio de numerosos sollozos, los asistentes arroparon hasta el final a la familia con su presencia, incluso después del propio acto de entierro, frente al nicho. Luego, llegarían los abrazos y las palabras de consuelo a los padres de la víctima. Entre ellos, el del director de la Casa de Galicia en Madrid y anterior director general de Interior, José Ramón Ónega. Otro vecino más de Pol.

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