Campamentos a ojo de pájaro

Los ejércitos romanos avanzaban a razón de unos 20 kilómetros diarios. Al final de cada etapa, escogían un emplazamiento adecuado, cavaban un foso, creaban un talud que cubrían con estacas y montaban un campamento provisional en el que pasaban la noche o, en ocasiones, algunos días. Así debió de ser también en el noroeste peninsular, pero hasta hace relativamente poco tiempo apenas se conocían vestigios de estas estructuras. Sin embargo, en la última década, gracias al trabajo de los investigadores y al uso de técnicas como la fotografía aérea o los visores cartográficos, han llegado a detectarse una decena, algunos de ellos en la frontera oriental de la provincia lucense.

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