Calde, la huerta del Hula

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Los setecientos metros cuadrados de invernadero de Calde son la aspiración de cualquier agricultor autosuficiente: un modelo de orden y variedad que sirve, tanto para llenar la despensa como para decorar los floreros. Una decena de pacientes de la unidad de media y larga estancia de Psiquiatría asisten al taller que imparte Miguel Losada y pasan algo más de una hora al día al calor de los plásticos, dando forma a la cuidada cuadrícula de la huerta.

Según el momento, cuenta con tomate, acelga, espinaca, repollo, puerro, apio, lechuga o zanahoria. En el apartado de flores, hay rosas y dalias. «Lo más difícil es colocar el riego y echar el abono en la tierra, lo más fácil, cortar las flores», resume sin dudar uno de los pacientes, en un descanso de plantar repollos.

El invernadero no es ninguna novedad para parte de los 76 pacientes ingresados en estos momentos en Calde. Los que fueron trasladados desde el hospital de Castro ya lo recuerdan porque tenían uno idéntico. «Es una buena terapia para ellos. Es cierto que no sería adecuado que pasaran más tiempo del que pasan porque hace mucho calor y resulta cansado, pero les ayuda que sea un trabajo que exige minuciosidad y detalle», explica el monitor.

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