Batallas que no sólo son personales

En Lugo hay multitud de ejemplos de personas que han hecho de su vida una causa, con resultados desiguales y sensaciones muy parecidas: más frustraciones que satisfacciones pero ninguna gana de tirar la toalla. Les sobran razones para no hacerlo.

Aquilino González se quedó tetrapléjico hace más de dos décadas y de pronto descubrió una ciudad impracticable en silla de ruedas. Para dar un paseo tenía que hacerlo por la calzada, con los coches, y tomar un café o comer en un restaurante era simplemente imposible la mayoría de las veces, así que emprendió una lucha contra las barreras arquitectónicas.

Como a casi todos, le costó sudor, disgustos y enfados, pero hoy casi puede hacer la misma vida en la ciudad que cualquier otra persona sin movilidad reducida. Su gran pena es que Lugo está desperdiciando, dice, la oportunidad de convertirse en referente del turismo accesible a nivel nacional. Lo único que falta es hacer accesible la muralla y ahí está su gran motivo de indignación: Cultura «ignora» el consenso que hay en el colectivo de personas con movilidad reducida para instalar un ascensor a la altura de la Diputación, en vez de en A Tinería. «Lo que era una gran esperanza va camino de convertirse en una gran frustración», asegura.

A Aurora García-Boente la necesidad también le llevó a ponerse al frente de un movimiento contra el ruido y otros problemas derivados de la movida. «Yo me crié en Clérigos, en un barrio con locales que fomentaban el uso residencial de la zona (una lechería, una quesería, un supermercado...) y hace 18 compré un piso y regresé al barrio. Me trae recuerdos, aquí viven mis padres, me gusta esta zona de Lugo..., pero de pronto se empezaron a dar licencias de locales de ocio nocturno y esto se volvió insoportable», asegura.

El problema de su lucha, dice, es que, como el ruido no se ve, es muy difícil concienciar del problema a los políticos y a los ciudadanos en general. Uno de sus retos es tener presencia en la comisión de seguimiento de la ordenanza acústica. «No nos sentimos representados por vecinos que no tienen el problema y que no saben de él», afirma esta lucense, que en realidad ha mamado desde niña el trabajo en favor de los demás. Su madre dirigió durante años Manos Unidas en Lugo y su tía lideró el movimiento asociativo de las viudas en la provincia.

A Eduardo Rodríguez más que una necesidad personal lo que le mueve en su lucha por la protección de especies autóctonas y el control de invasoras es su afición a la naturaleza. Impulsó la primera protectora de animales exóticos de España, pero asegura que lo que queda por hacer es mucho más que lo logrado.

Sus grandes retos son conseguir que la Xunta impulse una ley para el control de animales exóticos, como la que hay en otras comunidades, y un centro de recuperación de fauna. Mientras tanto, él cubre en la medida que puede las carencias que hay en este campo, aunque asegura que físicamente, económicamente e institucionalmente se ve «muy limitado».

Si sigue ahí, administrando foros de referencia a nivel mundial e incluso acogiendo bichos en su casa es, asegura, gracias al apoyo de su mujer y su hija, Lidia, que va por el mismo camino, dice. «Le echa la mano a cualquier bicho», asegura.

El desánimo hace mella también por momentos en Ricardo Polín, una referencia en Lugo en la defensa del patrimonio cultural, aunque no la única. Es el gran valedor del Camiño Primitivo, la principal ruta jacobea de la provincia y la primera de la historia de la peregrinación a Santiago, pero tan importante o más es su labor de recogida de patrimonio inmaterial.

González, García-Boente, Rodríguez y Polín son sólo cinco ejemplos de lucenses que han hecho de sus batallas personales causas colectivas, aunque si en los últimos años ha habido en Lugo un ejemplo de defensa de los intereses públicos ha sido el de la Asociación pola Defensa do Parque Rosalía de Castro.

Se constituyó hace casi un lustro para frenar la urbanización aledaña, O Garañón; reunió varios miles de firmas, entre ellas, de figuras públicas, y abrió varios frentes judiciales hasta conseguir que el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia declarara ilegal el proyecto. Probablemente quedan todavía varios capítulos por escribir, pero su persistencia ha hecho que una misión que se preveía harto difícil se esté cumpliendo. Los cinco son ejemplos de que con trabajo y tesón, nada es imposible.

Barreras arquitectónicas. Aquilino González

«Cada metro accesible es un triunfo, es existir si no, te quedas en tu casa»
El trabajo que hace Aquilino González desde hace años es de esos en los que no reparamos hasta que no lo necesitamos. Y a menudo es antes de lo que parece. No hace falta ir en silla de ruedas para maldecir un escalón o una puerta estrecha, basta con fracturarse un pie e ir en muletas o tener un hijo y llevar carrito.

Como responsable de accesibilidad de la asociación de discapacitados Auxilia, lleva años dando la batalla para la eliminación de barreras arquitectónicas. Primero sentó en una silla de ruedas a los políticos de la ciudad para concienciarles de la necesidad de hacer rampas en las aceras. Después, junto a otros miembros de Auxilia recorrió prácticamente todos los locales de hostelería de Lugo para hacer una guía de establecimientos accesibles que la asociación colgó en su web, y ahora su gran batalla es que lo sea la muralla.

En la última década, el cambio de la ciudad ha sido extraordinario -«yo vivía en la Rúa Erín y para llegar al centro tenía que ir por la calzada»- y detrás del premio Reina Sofía a la accesibilidad que recibió Lugo en 2007 está el trabajo y la persistencia de Aquilino y su equipo. «Cada metro accesible es un triunfo, es la diferencia entre existir o quedarte en tu casa», dice.

Sin embargo, en la actualidad este lucense al que un accidente de tráfico dejó tetrapléjico hace 21 años, con 23, es el vivo reflejo de la indignación y, si nadie lo remedia, de la derrota. La Xunta se comprometió a instalar un ascensor para acceder a la muralla, pero lo hará en A Tinería, el peor lugar posible, asegura Aquilino. La pendiente hace que llegar a ese punto sea una odisea para cualquier persona con movilidad reducida. «Se les llena la boca con la accesibilidad y ni saben lo que significa ni lo que conlleva. Es lo que más me duele, la mediocridad de los políticos», dice sin tapujos este luchador nato.

 

Patrimonio cultural. Ricardo Polín

«Desconsola a falta de aprecio á cultura, as conquistas son pequenas»
Puso en valor la primera ruta jacobea, pero su labor de conservación del patrimonio abarca mucho más.

Su conocimiento de la primera ruta de peregrinación a Santiago, y de los caminos en general, hizo que este historiador entrara en 2007 en el comité asesor creado para elaborar los itinerarios oficiales de las rutas jacobeas, aunque el trabajo va mucho más lento de lo que Polín y cualquier persona amiga del patrimonio desearía.

Este lucense de Castroverde reconoce que «un empeza a estar un pouco farto de que pase o tempo e as conquistas sexan pequenas. Produce desconsolo a minúscula valoración que se fai da cultura, a falta de aprecio. Destruímos os símbolos cunha alegría que non nos podemos permitir», afirma Polín, que dirige sus críticas tanto hacia la «consumista» sociedad actual como hacia las instituciones públicas.

Como ejemplo, Polín explica que, aunque hay una ley de protección de los caminos de Santiago desde 1996, no se ha abierto un solo expediente, asegura, para recuperar trozos de las rutas que fueron destruidos o usurpados por particulares.

Pese a ello, este historiador no deja de levantar la voz cada vez que conoce un caso. Logró que la Xunta hiciera una pasarela en la Ronda Este de Lugo para salvar el Camino Primitivo y aunque en los últimos años destaca por esta faceta, en realidad su trayectoria de defensa del patrimonio material e inmaterial abarca mucho más. Recuperó, por ejemplo, los cien últimos documentos de la literatura gallega medieval y toda la obra de varios poetas gallegos de la posguerra.

Urbanismo. Asociación pola Defensa do Parque Rosalía de Castro
O Garañón, las torres que los vecinos lograron paralizar
Los residentes del entorno del Parque lograron sumar a su causa a miles de ciudadanos y el juez les dio la razón.

Se les acusó de interesados, de ser un movimiento minoritario y de actuar sólo cuando le vieron las orejas al lobo y ellos mismos vienen a reconocer en su web oficial que empezaron a moverse en cuanto se percataron del tremendo impacto visual que iba a suponer la urbanización que se proyectaba frente a sus viviendas. «Moitos dos que vivimos preto da zona afectada fomos os primeiros en decatarnos do que alí se pretendía facer», afirman, a la vez que se amparan en la falta de información para justificar que no presentaran alegaciones en el momento adecuado.

«Levounos tempo asimilalo porque non podíamos crer o que os planos nos mostraban. Pouco a pouco foise recabando información sobre a futura urbanización e foi entón cando se decidiu dalo a coñecer a máis persoas que puidesen ignoralo, xa que isto afecta a tódolos cidadáns lucenses», explican en su web.

Y es que aunque los juzgados le han acabado dando la razón -las dos torres que se han empezado a construir en O Garañón han sido declaradas ilegales y están precintadas desde noviembre-, la Asociación pola Defensa do Parque Rosalía de Castro no siempre tuvo el respaldo ciudadano que tiene ahora.

Hubo lucenses y foráneos que se sumaron a la causa desde el primer momento, pero el verdadero rechazo social a la urbanización llegó cuando comenzó la construcción de las torres y, a medida que iban creciendo, se iba haciendo patente que constituían un auténtico atentado paisajístico, y más al lado del Parque.

Los juzgados dieron la razón a los vecinos en cinco ocasiones, en forma de autos o de sentencias, y la Consellería de Cultura, cuyo dictamen es preceptivo, acaba de emitir un informe demoledor contra el proyecto. La única salida lógica, sostiene la plataforma, es el derribo de las torres y la recuperación de los terrenos para los ciudadanos. El Concello todavía no ha decidido si asumirá el veredicto de los juzgados y de la Xunta o si seguirá recurriendo. La primera opción conllevará hacer frente a indemnizaciones millonarias, pero para muchos lucenses, a estas alturas es el mal menor.

Ruidos. Aurora García-Boente Carro
«Es imposible derrumbarse porque el problema del ruido cada vez va a más»
Frenó la apertura de más locales de ocio en la zona de la catedral, aunque la movida sigue dando problemas.

Aurora García-Boente trabaja por causas colectivas desde que era niña, cuando acompañaba a su tía Aurora Carro por los pueblos creando asociaciones de viudas, concienciándolas de que se quitaran la ropa de luto... Para ella es algo natural -«lo haces porque crees que lo tienes que hacer, notas una carencia y crees que puedes hacer algo, es una manera de vivir», explica-, aunque reconoce que a veces las fuerzas flaquean.

«A veces ganas no tienes ninguna. Ojalá no tuviera que dedicar ni un minuto más a pelear por el control del ruido nocturno, pero es imposible derrumbarse porque el problema va a más, y cada vez te indignas más», afirma.

Aurora comenzó asesorando en este problema a la asociación de vecinos del centro y de Ramón Ferreiro, pero hace unos años los residentes del entorno de la catedral constituyeron una comisión propia porque no se sentían representados y ella es la cabeza visible. Se unieron para frenar la apertura de más locales de ocio nocturno y luchar por que se controle el ruido. Consiguieron lo primero tras varias batallas judiciales, pero no lo segundo.

«El problema no son los locales, que están insonorizados, pagan sus impuestos y generan empleo, sino la gente que se concentra en el exterior y se desplaza de unos a otros. Para nosotros la solución pasa por dos medidas: rebajar los horarios de cierre, que en otras comunidades ha sido muy efectivo, y vigilancia policial», insiste.

Hay vecinos que llevan el colchón a la cocina los días de movida para poder dormir, toman pastillas o se van a casa de familiares, asegura. Eso sin contar la suciedad, las pintadas y otros actos de vandalismo cuya reparación acaban pagando todos los lucenses, dice. Y por si esta lucha fuera poca, Aurora se embarcó en otra hace un par de años: reducir el peso de las mochilas de los escolares.

Eduardo Rodríguez
«Conseguimos frenar la invasión de tortugas en el estanque de Atocha»
Creó la primera protectora nacional de exóticos y logró que Fomento retirara la hierba de la Pampa de la A-6 en la provincia de Lugo

Eduardo Rodríguez es funcionario y su labor nada tiene que ver con el medio ambiente, pero la naturaleza le pierde desde que era niño. En su habitación, en vez de peluches escondía sapos, culebras y lagartos; de adolescente leía y releía manuales de veterinaria y llegó a romper los vídeos de Félix Rodríguez de la Fuente de tanto visionarlos. Desde hace años gestiona foros de referencia a nivel nacional y su casa es algo así como un centro de acogida y recuperación de fauna, a falta de uno público, una de sus grandes batallas.

Porque poco a poco su pasión ha ido derivando en beneficio colectivo. Junto a su esposa y un amigo creó la que fue la primera protectora de animales exóticos de España. Además, su insistencia ante el Ministerio de Fomento con correos electrónicos y dossieres fotográficos hizo que éste pusiera en marcha un plan para eliminar la hierba de la Pampa de la A-6 en la provincia de Lugo.

Igualmente, gracias a su persistencia y sus conocimientos de galápagos logró que la Comunidad de Madrid pusiera solución a la invasión de tortugas que había en el estanque de la estación de Atocha, en Madrid, y que había provocado ya muchas denuncias.

La erradicación de especies invasoras, tanto de fauna como de flora, y la protección de las autóctonas es una de las grandes luchas de Eduardo. La otra, informar y formar sobre ambas. Su queja es la de todos: la escasa receptividad de las administraciones. «Es lo más decepcionante», asegura.

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