Basta ya de ponerse malos

Un efecto del abuso sanitario (Foto: AEP)
photo_camera Un efecto del abuso sanitario (Foto: AEP)

TENGO QUE admitirlo. Estoy abusando de nuestro sistema sanitario universal. Mi incívico cuerpo no entiende que estos son tiempos de austeridad, en los que todos tenemos que arrimar el hombro para evitar la bancarrota de nuestro privilegiado estado del bienestar, y después de haber vivido durante meses por encima de sus posibilidades nos ha fallado, a mí y al Sergas.

En dos semanas he tenido que visitar dos veces el PAC y otra a mi médico de cabecera, lo que para una aseguradora privada supondría catalogarme como grupo de riesgo y subirme la prima mensual. Claro que como por ahora el sistema de salud sigue siendo público, al final me he aprovechado de la asistencia gratuita y de las medicinas subvencionadas, sin tener en cuenta el daño que le estoy haciendo a la puntuación de nuestro país que le otorgan las agencias de calificación.

Ahora mismo ya no sé si me da más dolor de cabeza, la fiebre o el remordimiento por haber descuadrado las cuentas de nuestros responsables sanitarios, que daban por superado el pico de gripe invernal. Después de todo lo que han hecho por garantizar la eficiente gestión, vamos unos cuantos insolidarios como yo y ponemos en riesgo la sostenibilidad del sistema.

Menos mal que ya hay profesionales que le van poniendo remedio a tanto abuso. Como el caso que me contaba hace unos días un lector, quien después de haber obligado al Sergas a trasladarle en una ambulancia hasta el centro de salud para que le tratasen de un supuesto problema coronario, no fue auscultado por el médico, quien se limitó a revisar el expediente en el ordenador y emitir un diagnóstico categórico: «Qué pase el siguiente».

Mire usted, le dije yo al indignado paciente. Pero cómo se le ocurre dilapidar así el erario público. Solo porque usted sea un enfermo crónico y hubiese notado los síntomas propios de una angina de pecho no le da derecho a movilizar medios materiales y humanos. ¿Sabe usted cuántas vacunas de la gripe A se podrían haber comprado para almacenar con el gasto que ha generado su consulta? ¿Y si vuelve a haber una amenaza de pandemia y tenemos que encargarle otros varios millones de sustancias inmunizantes al laboratorio que se hizo de oro fabricándolas, de dónde vamos a sacar el dinero? Si es que hace falta más compromiso oiga.

Lo que está claro es que la única forma de acabar con tanto abuso es con la cirugía implacable. Quítenles las muletas y sillas de ruedas gratuitas a los enfermos, los desplazamientos en ambulancia y rebajen los grados en la calefacción de las salas de espera y ya verán cómo se reduce el trajín de gente por ambulatorios y hospitales. Porque en este país hay mucho vicio por presumir de los achaques, por aprovisionarse de medicamentos para llenar estanterías de casa o por asombrar a nuestras amistades después de haber probado la carísima tecnología médica: -«Mira, ya me dieron los resultados del TAC que me hice ayer».

-«Pues yo el mes que viene tengo vez para una resonancia.»

No me extraña que los socios europeos obliguen a nuestro Gobierno a recortar 12.000 millones de euros en Sanidad, porque saben que cuando Moliére escribió ‘El enfermo imaginario’ estaba pensado en hipocrondíacos como nosotros. País.

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