Apocalypse now

Reconozco mi debilidad por la oscarizada cinta de Coppola, la escena de los helicópteros bombardeando el poblado vietnamita mientras suena La cabalgata de las walkirias a todo trapo es inolvidable.

Pero no les voy a hablar de esa escena, quizás la más conocida de la cinta, quiero traer a colación la escena inicial en la que el capitán Willard, tendido sobre la cama y mirando el ventilador de techo, se une a la de los helicópteros sobrevolando la selva y bombardeándola con napalm, mientras suena la canción del grupo The Doors, The End.

Se preguntarán qué diablos hago yo hablando de cine, igual es que voy a intercambiar papeles con Grial Parga que, de forma brillante por cierto, realiza la crítica de cine en este medio. Pues no, aunque no lo parezca la escena no es cinéfila sino política, para entenderla sustituyan al capitán Willard, magistralmente interpretado por Martin Sheen, por ZP,
interpretado por el secundario Rodríguez Zapatero.

El presidente ZP tendido sobre la cama viendo la última de Pilar Bardem, Esperpentos, un título que viene a huevo para la situación, mientras suena El final del verano del Dúo Dinámico. Fuera, más allá de los muros de la Moncloa, el número de desempleados aumenta exponencialmente y las pensiones tienen el mismo futuro que el Titanic.

El presidente semeja un púgil completamente noqueado y, a la vez, poco preocupado por ello, parece como si la cosa no fuese con él. Cuando la crisis comenzaba se empeñó en negar la mayor mientras en el resto de Europa tomaban medidas para intentar paliar en lo
posible sus efectos. Los resultados están ahí: camino de los cinco millones de parados y las pensiones en serio peligro.

No hace mucho ZP llamaba antipatriotas a los que osaban citar la palabra crisis, ahora califica de apocalípticos a los que ponen en duda su indolencia e inoperancia como mecanismo para salir a flote, entre ellos el presidente del Banco de España, nombrado por
él. Me viene a la mente la definición que un primo de Roosevelt hizo de éste: un nulo pretencioso, con un complejo mesiánico y el cerebro de un boy scout. No, no conoció Zapatero, pero desde luego clavó la definición.

Me pregunto qué habremos hecho los españoles para merecernos un presidente como el que tenemos, amén de votarlo, claro está, igual es una plaga bíblica, quién sabe.

Tiene razón ZP, estamos ante un apocalipsis, lo malo es que él es uno de sus jinetes y como no lo descabalguemos pronto se van a hacer realidad aquellas palabras de San Mateo: allí será el llanto y el crujir de dientes.

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