Al altar con 16 años

Adrián y Sarai, antes de la ‘junta’. sebas senande
photo_camera Adrián y Sarai, antes de la ‘junta’. sebas senande

Dice que tiene 18 años, pero su cara es todavía más aniñada que la de ella, con 16, quizás porque Sarai no era una adolescente pasando la tarde del sábado sino una joven profusamente arreglada para contraer matrimonio. Él se llama Adrián y esperaba ansioso para ver a su Sarai, hecho un pincel pero nervioso, porque han estado diez meses de novios «pero no nos han dejado estar muy juntos», lamenta. «Lo que más me gusta de ella es lo guapa que es», confiesa.

Sarai es lucense y Adrián ferrolano y se conocieron hace menos de un año en otra boda. Se gustaron, ella dejó el instituto -«al coger novio ya se quitó», cuenta Argentina, una madre orgullosa-, hace dos meses se comprometieron y ayer se casaron. Cuando termine la celebración se irán a Ferrol, con los padres de Adrián, que se dedican al mercadillo. Son sus planes.

De momento lo más complicado ha sido organizar la boda, aunque Adrián reconoce que ese trabajo se lo dejaron a sus familias. Aun así, la noche anterior no durmió mucho «pensando en como saldría todo», dice. No es para menos con 400 invitados que se han dado cita durante varios días en el recinto ferial. Y eso si no llegan más, porque unas horas antes de que diera comienzo el banquete, Argentina dudaba: «A lo mejor llegamos a 500, ya sabes como es esto, siempre aparece más gente», contaba mientras su hija posaba con hermanos, primas, sobrinas... Al lado, un edredón blanco inmaculado le esperaba con todo tipo de adornos, regalos y no se sabe si quizás algo más.

Abrazos, regalos, la pulsera, la corona, el velo..., hablar con Sarai ayer no era nada fácil. Y eso que los nervios estaban a raya. O eso parecía. «Tú eres la que me llamaste ayer, ¿no?», preguntaba mientras se colocaba la sortija, sin tiempo para más. Tocaba paseo por el parque, ya del brazo del padrino y con el novio detrás.

Luego llegó el momento de la ‘junta’ y después, el banquete, aunque dos horas antes algunos invitados ya aguardaban en la mesa por la ternera asada con patatas y ensalada. Otros hacían tiempo con una cerveza, mientras las mujeres se atusaban los vestidos y los niños jugaban y zapateaban el flamenco que sonaba de fondo. Aunque la actuación estelar llegaría después de la cena a cargo de ‘Los Sirocos’, de Cartagena. «Los vimos por internet y los contratamos», explicó Adrián.

Argentina todavía no ha hecho cuentas y no sabe en cuánto le saldrá la boda de su hija pequeña, pero hace doce años la de la mayor sumó 40.000 euros, señala. «La fiesta va a medias, pero todo lo de la novia me toca a mí. La familia me ayuda mucho, ¡pero no más de momento, por favor!», bromea.

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