Ahora puede que sí

DOS SECRETARIOS de Estado, el delegado del Gobierno en Galicia, mandos del ejército, el presidente de la Xunta, el conselleiro de Economía e Industria, diputados y senadores, concejales, representantes de la industria aeronáutica, directores de centros tecnológicos y un grupo nada pequeño de agregados varios se dieron cita en la víspera de Nochebuena en la Casa da Cultura de Castro de Ribeiras de Lea. El bar situado frente a ese edificio público se llenaba, casi una hora antes del inicio del acto, de corbatas y periodistas. La mañana no estaba para muchas bromas y menos para excursiones al aire libre. La helada que había caído durante la noche regaló a los visitantes un precioso amanecer invernal y temperaturas en negativo. Con tanto frío se agradecía el café calentito y hasta los obligados apretones de mano.

Todos hicieron el viaje para asistir a la puesta en escena de un nuevo proyecto para el aeródromo de Rozas, promovido por el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y la propia Administración autonómica. El presidente de la Xunta fue el encargado de cerrar la presentación del Centro Mixto de Investigación en Aviones no Tripulados que se va a crear en el municipio de Castro de Rei, una iniciativa que ya había anunciado hace algunas semanas después de la reunión de su consejo de gobierno, con una inversión prevista de diez millones de euros. Un dinero que se va a gastar en mejorar las instalaciones, con la construcción de un nuevo hangar, reformas en la torre de control y la adquisición de sistemas de comunicación más avanzados. Todo con el objetivo, explicó el propio Feijóo, de convertir a Galicia, y en este caso a la provincia de Lugo, «en la vanguardia europea» del sector aeronáutico.

Ahora parece que sí, que un proyecto importante se está gestando en las instalaciones de Rozas. Eso fue al menos lo que nos contaron en esa presentación. Las expectativas que se generaron por parte de sus promotores son muy altas. Feijóo llegó a decir que el aeródromo de Castro se convertirá «en líder europeo en lo que se refiere a este tipo de instalaciones». Por su parte, el secretario de Estado de Defensa, Pedro Argüelles, afirmó que «no habrá muchos sitios» en el mundo que puedan equipararse con el centro que el INTA pretende crear en este municipio. Además, todos hablaron de la llegada de empresas, del efecto «tractor» que ejercerá sobre la actividad económica y, sobre todo, de las posibilidades que ofrece para generar empleo y riqueza. Palabras hermosas en un momento en el que no sobra de nada.

El problema de generar unas expectativas tan elevadas es que la esperanza puede derivar en frustración si finalmente no se cumplen los objetivos anunciados. No habría por que dudar de los promotores de este nuevo proyecto, pero es razonable que los ciudadanos acojan con cautela las promesas que llegan desde el ámbito político. Las palabras, muchas veces, se las lleva el viento. En el caso concreto de Rozas, José Blanco habló a finales de 2004 de la posibilidad de convertir el aeródromo en un lugar dedicado al mantenimiento de aviones. Como ministro de Fomento, en 2009, anunció un plan de viabilidad para esas instalaciones. En la primavera de 2011 avanzó que se convertirían en un centro certificación de aeronaves civiles y, en noviembre de ese mismo año, antes de las elecciones que llevarían a Rajoy a La Moncloa, confirmó que se utilizarían para la investigación en aviación no tripulada. Suponemos que, a partir de ahora, el asunto ya no tiene vuelta atrás.

De todas formas, habrá que seguir el desarrollo de ese nuevo centro con suma atención. Aún estamos esperando que se concreten otras propuestas que iban a representar la creación ya no de cientos, sino de miles de puestos de trabajo en esta provincia. Proyectos del sector público, pero también iniciativas privadas que se fueron al traste. Algunos todavía recordarán el supuesto interés de una marca germana de coches de alta gama por las propiedades del nabo de Lugo para fabricar biodiésel. Se comentaba, a finales de los noventa, que tenía mejor aceite que el alemán. Pues eso.

Parece una buena noticia

El aterrizaje de Gerard López en el CD Lugo parece una buena noticia. Con independencia de lo que aportará a esta entidad deportiva, que un empresario de éxito con raíces familiares en Riotorto estreche lazos con esta provincia puede resultar positivo. A lo mejor influye para que lleguen proyectos interesantes y capital para ejecutarlos. Empleo, en definitiva. Incluso puede despertar el interés de otros inversores. Se dice que dinero a dinero llama.

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