Adiós ríos, adiós fontes

Río Villamoure, desaparecido en el PXOM (Foto: EP)
photo_camera Río Villamoure, desaparecido en el PXOM (Foto: EP)

HAN TENIDO que ser de nuevo los colectivos ciudadanos los que han dado la voz de alarma a las administraciones para denunciar la chapuza en la tramitación de un documento tan fundamental para el desarrollo de una ciudad como un plan general de ordenación urbana. Y es que, según varias organizaciones ecologistas, el nuevo PXOM dijo adiós al menos a 45 kilómetros de ríos y fuentes, no porque como decía nuestra querida Rosalía hayamos tenido que emigrar -que aún no-, sino porque a quienes se les encargó la redacción de este documento que define dónde puede actuar la mano del hombre sin causar daños irreversibles, no se han preocupado por hacer una inspección in situ del territorio a grafiar en los planos.

El copia y pega que se ha convertido en santo y seña para estudiantes y profesionales haraganes, parece ser también una característica de este plan urbanístico, en el que se incorporaron cartografías obsoletas o se obviaron otras, quizá porque podrían ser problemáticas a la hora de autorizar licencias de urbanización. Porque en el país de los mil ríos y donde llueve durante gran parte del año, a veces en los meses secos no encontramos esos ‘regatos pequenos’ que pueden poner en un apuro a quien pretenda cimentar un chalé o una nave agrícola y por eso da la impresión de que se ha optado por evitar la catalogación de todo aquel elemento natural que pueda provocar molestias a los propietarios de terrenos.

Pero lo que más llama la atención en el PXOM no es la chapuza con la que se pueden definir algunos aspectos de su tramitación, sino la estrategia del avestruz por parte de los protagonistas a la hora de asumir errores. El gobierno local, que fue quien encargó el proyecto a una empresa madrileña, se sacude las pulgas alegando que la firma actuó con total independencia y, en el caso de la insondable desaparición de parte de algunos ríos como el Rato, fía cualquier responsabilidad a la Confederación Hidrográfica del Miño, que en el momento de la tramitación del plan urbanístico estaba dirigida por Francisco Fernández Liñares, quien a estas alturas de la novela ya tiene espalda suficiente para cargar hasta con la culpa del Desastre de Annual.

Claro que el actual presidente de este órgano administrador de cuencas, Francisco Marín, ya advirtió al Concello de que aunque no haya ríos recogidos en el plan, eso no implica que no existan y aquellos que pretendan construir en su entorno estarán obligados a presentar planes de inundabilidad.

Por su parte, el otro pie de la mesa, la empresa redactora del PXOM, alega que usó la cartografía oficial de la Confederación, aunque el estudio aportado por las organizaciones ecologistas, que además se basa en planos del anterior PGOU y en inspecciones realizadas por voluntarios, viene a demostrar que es una excusa de mal pagador, aunque claro que resulta difícil supervisar sobre el terreno un plano si se trabaja a 500 kilómetros de distancia.

Pero ahora el problema no es que esté mal hecho el PXOM, sino saber a quién compete arreglar el desaguisado. El gobierno local no está dispuesto a gastar un euro más en estudios hidrográficos, porque considera que es competencia de la Confederación del Miño. Esta entidad tampoco tiene prisa en hacerlo porque está más preocupada por su labor de control de los grandes cauces, mientras que a la Xunta ni le va ni le viene el conflicto, porque a quien le corre la prisa por aprobar el plan urbanístico es al Concello lucense y, más en concreto, a los propietarios de terrenos incluidos en ese 5% del plan que, de seguir esta tónica, no veremos aprobado en el presente mandato municipal.

El PP se ofrece a negociar las cuentas, pero Orozco ya asume una prórroga

El popular Jaime Castiñeira expresó esta semana la voluntad de su grupo de sentarse a hablar sobre la confección de unos presupuestos municipales del 2014 que el BNG se niega a negociar, harto de los «incumprimentos» de Orozco. La oferta suena a movimiento protocolario, porque traspasado ya el ecuador del mandato, a los populares no les conviene sacarle las castañas del fuego a los socialistas en el momento en el que están reñidos con sus exsocios nacionalistas. Por eso el alcalde parece tranquilo y consciente de que el presupuesto de este año tendrá que ser prorrogado y será difícil que vuelva a plantear una cuestión de confianza como hizo en el anterior mandato para conseguir su aprobación. No vaya a ser que la pierda esta vez.

Comentarios