La fotocopiadora, ese servicio que durante décadas resultó vital para sobrevivir en el mundo universitario, ha desaparecido de la faz del campus de Lugo. Este curso no ha abierto ni un solo centro de reprografía en los edificios universitarios lucenses porque ninguna empresa concurrió a la licitación del servicio, que no ven rentable. En cuestión de semanas otro sistema, denominado Campus na nube, que ya está en marcha en Santiago, tomará el relevo, pero funcionará a través de una plataforma en internet conectada a máquinas de autoservicio y un solo punto con personal.
Las nuevas tecnologías han cambiado en los últimos años el modo de trabajo de docentes y alumnos. Desde hace tiempo, la mayor parte del material que entrega el profesor no pasa a la fotocopiadora directamente, como sucedía antes, sino que se cuelga en plataformas virtuales a las que los alumnos tienen acceso. Desde allí las descargan en dispostivos electrónicos y luego lo imprimen o no, según necesiten. Y en muchos casos, el paso al papel se realiza en aparatos domésticos.
Los miembros de la comunidad universitaria poseen una tarjeta personal (tarjeta TUI) que los habilita para operar en Campus na Nube y que sirve también como monedero electrónico para pagar los servicios de impresión en las máquinas de autoservicio. En estas terminales hay distintas formas de imprimir: desde un ordenador de la red de la USC, desde otro ordenador ajeno a la red a través de la interfaz de Campus na Nube o adjuntando el archivo que se desea imprimir a un correo electrónico desde la dirección @usc. En todos los casos, el archivo se desbloquea al pasar la tarjeta por el lector de proximidad de la máquina y comienza la impresión. Es entonces cuando el coste se descuenta del saldo.
