El sentido del ridículo no es algo de lo que pueda presumir precisamente Leticia Sabater. La catalana de 55 años, otrora presentadora de espacios infantiles en televisión y convertida desde hace lustros en adalid del mal gusto, ha presentado su última canción, todo un alegato del consumo de drogas y alcohol. Eso, si nos referimos a su letra de rimas previsibles. En cuanto a lo musical, la autora de La Salchipapa o El Polvorrón no se aleja mucho de sus anteriores creaciones y presenta una mezcla de reguetón con otros estilos indescriptibles y un considerable aderezo de compases de éxitos que firmaron otros artistas.
Así, Mi vida es mía (La Mari) esconde acordes de Pepas, de Farruko, y de Seven Nation Army, de White Stripes. Sabater no lo niega, pero sostiene que no es plagio: " Para que sea plagio debe tener 16 notas iguales seguidas y aquí solo hay 8 notas seguidas parecidas a las 8 primeras notas del principio de la canción Pepas, el resto nada que ver. Por lo que no es plagio", defiende en una nota de prensa.
El vídeo de la catalana tampoco tiene desperdicio. En él se dan la mano lo cutre y lo ridículo, mientra ella vuela semidesnuda en unas secuencias en las que la técnica del bodypainting pretende ser la estrella. Pretende. Y, por si fuera poco, completa su popurrí con guiños a la exitosa serie coreana El juego del calamar.