Irene Villa se ha casado con su novio Juan

Irene Villa, la que había sido durante muchos años símbolo de la atrocidad terrorista por el brutal atentado que tuvo lugar hace ahora 20 años, vivió el sábado uno de los días más felices de su vida. La periodista y psicóloga de 32 años, que perdió las dos piernas en el atentado, casaba por la Iglesia con su novio, el empresario y extenista argentino Juan Pablo Lauro, de 28, con el que lleva saliendo más de dos años.

La pareja se dio el “sí, quiero” en una ceremonia celebrada en la iglesia de San Francisco el Grande, en Madrid, oficiada por un sacerdote amigo de la familia, monseñor Felipe. La novia llegó al templo acompañada de su familia en un Buick descapotable de 1963, radiante con un vestido –alquilado, como era su deseo– de Innovias de color marfil, en seda y con una larga cola. Además, lució el tradicional velo, que partía de un semirrecojido con detalles florales, así como una pulsera a juego con los pendientes.

Del brazo de su padre y padrino, Irene entró al templo donde ya la esperaba su novio, Juan Pablo Lauro, con el que vivió dos años de intensa relación antes de llegar al altar. Detrás, su madre, María Jesús González, que lució un vestido rosa fucsia con chaqueta de inspiración torera en tonos negros.

Aunque la boda estuvo pasada por agua, la lluvia y los paraguas no empañaron la celebración, a la que acudieron tan sólo 170 invitados. Tras la emotiva misa, los novios fueron recibidos a las puertas de la iglesia por una lluvia de flores y arroz. Ante tanta alegría, la pareja no
dudó en sellar ese momento con un apasionado beso en los labios.

La anécdota la protagonizó el descapotable en el que se iban a desplazar ata el banquete. Se negó a arrancar y a pesar de estar dentro, los novios tuvieron que marchar finalmente en el coche de Nieves Herrero, gran amiga de la pareja. Personalidades de la política y del periodismo acompañaron a Irene en este día tan especial, entre las que destacó la presencia de Isabel Aboy y Marina Castaño, viuda del Nobel Camilo José Cela.

Comentarios