En misa y repicando

Manuel Silva, párroco de Dodro (Otto. AGN)
photo_camera Manuel Silva, párroco de Dodro (Otto. AGN)

A Manuel Silva y José Naveira la imposibilidad de pagar los servicios de un sacristán les llevó hace unos años a echar mano del ingenio para atender sin ayuda sus iglesias en tres parroquias del municipio coruñés de Dodro. Y la tecnología italiana les sirvió en bandeja la solución a la hora de tocar las campanas.

El primero en apostar por un sistema electrónico fue don Manuel, que a sus 72 años es un hombre de su tiempo. Así, muestra orgulloso en la sacristía de la Iglesia de Santa María de Dodro el aparato en el que tiene programadas las señales horarias y los repiques a misa. Para los toques extraordinarios, como la señal de difuntos o la alerta por fuego, la chuleta pegada en la pared le recuerda las claves que debe marcar para hacer sonar las campanas.

Pero por si fuera poco tener el trabajo automatizado, el novedoso sistema de 'digital bells control' le permite repinicar sin tener que levantarse de cama -vive en la casa parroquial pegada al templo- gracias a un mando a distancia que funciona a cien metros.

El sistema gustó desde un principio a don José, cura de una parroquia vecina, quien sin embargo apostó por modernizarlo al sustituir el mando por el teléfono, tanto fijo como móvil, lo que le permite hacer sonar la melodía del campanario desde cualquier parte en la que se encuentre, eso sí, si la cobertura se lo permite. "Eu merquei esta versión porque me era moito máis práctico ó non vivir preto da igrexa", explica el párroco de San Xoán de Laíño.

Pionero en introducir la domótica en la Iglesia, destaca las ventajas del invento, que cuesta unos 3.000 euros, al recordar situaciones como aquel domingo que mientras visitaba a un enfermo en el hospital lo llamaron avisándole de que acababa de fallecer otro. "Xa toquei a morte dende alí", subraya satisfecho, pese al hándicap de la cobertura "que nesta zona dá bastante a lata", algo que espera superar en breve "porque xa decidín pasarme de Vodafone a Movistar a ver se mellora a cousa", explica divertido.

Los feligreses de tan modernos sacerdotes están encantados con su sentido práctico a la hora de ingeniárselas con las campanas, si bien don Manuel recuerda que a él lo primero que le hicieron "foi cortarme a liña da corrente", sabotaje que atribuye a la mala fé de "algún que non pisa a Igrexa e lle molestaban os toques horarios -suenan de 7 de la mañana a 11 de la noche- ou ser chamado a misa". Precisamente para evitar este tipo de ataques, su compañero de Laíño decidió restringir las señales entre las 8 de la mañana y las 8 de la tarde, además de prescindir de los cuartos "porque xa sería demasiada música".

Música que don Manuel también aspira a tener durante la eucaristía pese a carecer de organista, según revela al afirmar entre risas que "agora ando detrás dun órgano que tamén toca só". Y es que, ya se sabe, o renovarse o morir.

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