El Galicia hace honor a su nombre

El restaurante Galicia de Baamonde hace gala, tanto en su carta como en su decoración, de su fidelidad a las esencias más puras de la comida casera gallega. Fundado en 1916, el local combinó en sus inicios las funciones de taberna y ultramarinos. Desde 1965 ganó fama como casa de comidas de la mano del fallecido Xoán Corral, un hostelero con alma de poeta, y de su mujer, Estrella Ares, cuya sabiduría en los fogones le valió el Premio de Gastronomía de Galicia, concedido por el Concello de Lalín a su trayectoria profesional. Ya jubilada, Estrella observa la labor de sus cuatro hijos Jamy, Montse, Montse, Inma y Jes—, que forman la cuarta generación al frente del negocio. Su buen hacer le valió la reciente concesión de uno de los Soletes de Carretera de la Guía Repsol.

El relevo generacional no supuso cambios en las recetas, salvo algún pequeño matiz, ni en la apuesta por una buena materia prima y el cariño a la hora de prepararla. Los mejillones en salsa de la casa se mantienen como una de las referencias, junto con el caldo y otros logrados platos de cuchara que expresan ese oficio apegado a la cocina tradicional. Otros platos estrella son la ternera asada en salsa y el cordero asado en cazuela de barro.

Pese a ser un restaurante de una comarca interior, en el Galicia tienen buena mano para el pescado, como se demuestra con la merluza a la gallega, que es todo un clásico. No faltan otros pescados frescos frescos, en función del mercado, o el bonito de Burela en verano.

Este restaurante de Baamonde está considerado como uno de los templos del cocido, el plato gallego por excelencia, que elaboran desde mediados de octubre hasta Semana Santa. 

La queixada, un postre casero a medio camino entre la tarta de queso y el flan de queso, es una de las especialidades de la casa, junto a la tarta de tres chocolates. Como colofón a la comida no hay que olvidar el café de pota o café de pota madre, como lo definía Xoán Corral. Sus hijos registraron como marca de servicio esa denominación. Y no está de más echarle unas gotas de ‘auga bendita’, como le llamaba el hostelero al aguardiente.

Ese espíritu tradicional del Galicia se evidencia en su decoración, con piezas de la colección del propio Corral que lo convierten en un museo etnográfico dentro de un espacio donde reinan la piedra, la madera y los muebles antiguos. Imposible ser más enxebre.