Desde que el viernes se supo que Yolanda Díaz iría en la candidatura de En Marea al Congreso en un puesto, el número 2 de A Coruña, con posibilidades reales de elección, el nombre de la ferrolana se ha convertido en uno de los inesperados protagonistas de la carrera hacia las urnas, eclipsando incluso a los cabezas de lista de la coalición: Antón Toné Gómez Reino (A Coruña), Alexandra Fernández (Pontevedra), Miguel Anxo Fernán Vello (Lugo) y David Bruzos (Ourense).
Este lunes, sin ir más lejos, su compañero de filas en Age y dirigente de Anova Antón Sánchez expresó abiertamente su deseo de que Díaz continúe en el grupo parlamentario por la capacidad de trabajo que aporta al mismo, en el que ejerce como viceportavoz. Y en su propia casa, Esquerda Unida, defienden su presencia en la lista porque la importancia del actual momento político y del proyecto requiere los mejores nombres y el de Yolanda Díaz es sin duda uno de ellos.
"Respecto a decisión de Yolanda [Díaz] e a de Esquerda Unida; agora ben, gustaríame seguir contando con ela no Parlamento galego, pola súa valía e o seu traballo", aseguró Sánchez, que no obstante comprometió su "traballo" para que "teña éxito" y sea elegida.
Pero el número dos de EU, Rubén Pérez, justificó la presencia de su jefa de filas con que el proceso "requería dos mellores valores que ten a organización" y defendió que la dirección buscó "os consensos e perfís" para la lista.
En medio de la lluvia de elogios, la propia protagonista opta estos días por el silencio. Su entorno asegura que está inmersa de lleno en la consolidación del proyecto En Marea, quizás consciente de que hasta las elecciones ya no le quedará otra que navegar entre dos aguas, las gallegas y las madrileñas, mientras desde fuera no son pocos los que intentan descifrar qué hay detrás de este paso.
SORPRESA. La expectación generada por su inclusión en la candidatura de En Marea responde sobre todo a lo inesperado de la misma. Y por varias razones. Por un lado —y siempre en el hipotético caso de que consiga su pasaporte para la Cámara baja—, Yolanda Díaz es una figura con una enorme proyección en la política autonómica. Con Xosé Manuel Beiras a las puertas de los 80 años y Martiño Noriega centrado en la alcaldía de Santiago, la teoría de aquellos que la situaban como candidata a la Xunta de una futura coalición electoral —llámese Age o de otra forma— en 2016 no parecía ni mucho menos descabellada.
Y como de un tiempo a esta parte hubo quien suscribió esa hipótesis, también existe quien sostiene ahora la contraria e interpreta que su posible salida de Galicia responde a que Beiras ya no tiene tan claro que no será cabeza de lista a la Xunta, como llegó a afirmar meses atrás. Tampoco sería el primer volantazo inesperado que da el veterano nacionalista.
También resultaron sorprendentes otros aspectos del movimiento de Esquerda Unida y Yolanda Díaz de cara al 20-D. Por un lado, que una política de su actual nivel —es ella quien debate con Feijóo en las sesiones de control del Parlamento o ejerce como tertuliana en una televisión estatal— acepte ir en el número dos, por mucho que el acuerdo entre Anova, Podemos y EU reservase para los de Pablo Iglesias el número uno por A Coruña. Yolanda Díaz, a juicio de muchos, sería una cabeza de cartel de primer nivel. Y por el otro, la sensación de premura y hasta de cierta improvisación con la que se llevó a cabo todo este proceso, aunque este hecho entraría dentro de lo normal si se tiene en cuenta que En Marea se forjó e inscribió contrarreloj.
¿LÍDER ESTATAL? Yolanda Díaz se forjó en la política municipal ferrolana y ganó experiencia parlamentaria al lado de Beiras durante estos años en Age, así que su deseo de dar el salto a la política estatal podría verse como un paso natural en su carrera. Es más, a ella siempre le atrajo Madrid y su entorno sostiene que fue el partido, huérfano hoy en día de grandes líderes, quien le pidió dar el paso.
Pero es cierto que a pocos se les escapa que en una formación como Izquierda Unida, en plena reconstrucción, también se abre un importante abanico de posibilidades para la ferrolana a nivel orgánico. Porque aunque Alberto Garzón le sonríen las encuestas de valoración personal y se presenta como un valor de futuro, los sondeos electorales no son tan benévolos con él, por lo que las urnas podrían frenar en seco su proyección, desgastar su imagen y abrirle así las puertas a Yolanda Díaz al liderazgo de IU, algo que ya se comentó ya cuando la gallega inició su exposición mediática como tertuliana en el prime time.
Con Podemos, PSOE e incluso Ciudadanos comiendo de su electorado, lo que parece claro es que IU necesitará tras las elecciones una profunda reflexión que abra una nueva etapa y que podría pasar incluso por la reformulación de siglas para integrar un nuevo proyecto de agrupación de fuerzas. Si es cierto que algo se mueve a la izquierda del PSOE, Yolanda Díaz sabe que estará mejor situada en el escaño del Congreso que en el del Parlamento gallego.
PROBLEMA PARA AGE. A día de hoy resulta difícil predecir si En Marea logrará o no dos escaños en A Coruña, ya que este espacio ni siquiera sale en las encuentas por su reciente creación. En sentido estrictamente electoral, la de Díaz es una posición relativamente cómoda: si sale se irá a Madrid y si no, seguirá como hasta ahora, ya que en ningún caso se interpretará como un fracaso personal.
Pero no ocurre lo mismo en su grupo parlamentario. Si ella es elegida, la siguiente en la lista para O Hórreo es la ferrolana Mónica Fernández, que pertenece a Cerna —escisión de Anova—. Así, se iría al grupo mixto junto a su compañera Chelo Martínez y dejaría a Age con seis diputados de los nueve que logró en 2012. Una situación delicada de la que no quieren ni oir hablar. "Se se dá o caso Age estará aberta a que a persoa que entre se integre en Age, a lista pola que se presentou. E recibirémola cos brazos abertos", afirmó el diputado Antón Sánchez.
