Una víctima de los Miguelianos, sobre los abusos de Rosendo: "Decía que tenía un demonio"

 Sostiene que seguían al líder porque "era el elegido" por Dios y ellos tenían "que ayudarle", pero sufrían "angustia", "presiones" y aislamientos 

Miguel Rosendo durante el juicio J CERVERA
photo_camera Miguel Rosendo durante el juicio J CERVERA

El padre general de los consagrados de la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, que en la causa de Miguelianos tiene la doble posición de acusado y perjudicado, Esteban R.M., ha sostenido que el líder, Miguel Rosendo, le reconoció las relaciones sexuales y le argumentó que "cogió un demonio" y que "la única forma como consigue controlar a ese demonio era a través de los trabajos". 

Así lo ha trasladado en la quinta jornada del juicio, que se celebra en la Sección Cuarta de la Audiencia de Pontevedra, donde este varón, Esteban R.M., ha repasado varios sucesos a partir de los que empezó a sospechar que podía "haber algo raro", momento en que decidió ir "a hablar con Miguel" y finalmente marcharse de la Orden. 

De acuerdo con su versión, el líder les decía "que de noche los demonios le daban palizas", por lo que él se quedaba algunas noches despierto "a ver si podía ayudarle de alguna manera". Así, "muchas veces" iba la capilla rezando, y fue en una de esas ocasiones en las que ha dicho que escuchó en una de las estancias conectadas a la capilla "gemidos, alaridos, gritos". 

"En ese momento me venía que era el demonio, para no escuchar (reconocer) que eran gemidos de relaciones sexuales", ha apuntado, añadiendo que, aunque ya había escuchado ruidos similares en otra ocasión, en ese momento se dividió "entre si era verdad (que se trataba de relaciones sexuales), si eran tentaciones del demonio" o si estaba "loco". 

Según ha mantenido, esa noche empezó "a unir muchas cosas", como las acusaciones de que Rosendo había intentado dar besos o que salían distintas hermanas de su habitación o su despacho. Además, ya por la mañana, la consagrada Sandra (bastón del líder) le dijo en una conversación: "Mi cuerpo a mí no me pertenece". "Era la pieza que faltaba para darle sentido a todo", ha asegurado. 

CAMBIO DE PERCEPCIÓN SOBRE EL LÍDER. A partir de ese momento ha comentado que Rosendo se le "cayó del pedestal" en el que le tenía; y fue entonces cuando le reconoció: "Todo lo que tu piensas es verdad. Que por ayudar a una chica (que había estado tiempo antes en la Orden) cogió un demonio, y la única forma como consigue controlar a ese demonio era a través de los trabajos". 

"Esos trabajos eran relaciones sexuales. No se me pasó por la cabeza los abusos, porque era más que suficiente (con relaciones): Todo lo que había pasado en 20 años de mi vida era todo mentira", ha lamentado, añadiendo que fue entonces cuando dijo que se marchaba de la Orden y Sandra agregó: "Si Esteban se va y me lleva, me voy con él". 

SU VIDA DENTRO DE LA ORDEN. Esteban R.M., que ha renunciado a cualquier indemnización que le pudiese corresponder como víctima, ha explicado que todas estas situaciones ocurrieron en el marco de una organización en la que a sus miembros se les "llenaba la boca" al referirse a Rosendo como padre, y en la que se sentían "parte de algo especial, porque era una persona que hablaba con Dios". "Él era el elegido y teníamos que ayudarle", ha zanjado. 

Aquello, ha explicado, derivó en que antes de tomar decisiones (como comprar una casa, invertir en bolsa o casarse) se le consultaba al líder, "en parte porque su consejo era válido y también porque no le pareciese mal". 

En este contexto, ha reconocido que Rosendo no pedía "nunca directamente" que los miembros dejasen su vida fuera de la Orden, pero sí les hacía "sentir mal", diciendo frases como que mientras ellos estaban en la calle él estaba "en la obra sufriendo". También ha reparado en que llegó un punto en que el líder le dijo que en la Orden necesitaban que alguien fuese al seminario, ya que si no había sacerdotes en la asociación no podrían estar integrados en la Iglesia. 

En relación con esto, ha aclarado que él era "religioso por voluntad propia", pero "no quería ser sacerdote". Así, quería mantener sus actividades (como ayudar a limpiar casas, acompañar a personas que estaban muriendo) y "estar cerca de Miguel y ayudar a llevar adelante la obra de Dios a través" de él.

AISLAMIENTOS Y PRESIONES. En este punto, en el que empezó a estudiar teología, ha reparado en que surgió un problema porque algunos conceptos Rosendo "los explicaba de otra forma" que podía suponer "una herejía". Eso, ha indicado, le supuso sufrir "abroncamientos" y aislamientos, que consistían en que Rosendo se sentaba "de espaldas" a él y no se le permitía asistir a las reuniones. 

Dichos aislamientos y "abroncamientos" ha reconocido, además, que "eran día sí, día no" con distintos miembros de la Orden, y la presión y agobio que llegó a sentir fue tan grande que llegó a realizar varios intentos de suicidio porque "no aguantaba esta angustia". "Hubo gente con presión que lo pasó muy mal", ha remachado.