"La Vía Láctea, durante su evolución, ha ido atrapando a pequeñas galaxias del entorno"

La misión Gaia de la Agencia Espacial Europa recibe en enero el premio Lancelot M. Berkeley que le entrega la Sociedad Astronómica Estadounidense por trazar el mapa multidimensional más revolucionario, preciso y completo de nuestra galaxia. En Galicia, al frente de los trabajos están Minia Manteiga y Carlos Dafonte, del Citic de la Universidade da Coruña.
La astrofísica Minia Manteiga (Negreira, 1963)
photo_camera La astrofísica Minia Manteiga (Negreira, 1963)

¿Por qué llega ahora este reconocimiento para la misión? 
La misión Gaia lleva funcionando desde 2013. Hemos hecho dos archivos preliminares con una información que no era óptima. No ha sido hasta ahora, con el tercer archivo, publicado en junio, cuando hemos podido mostrar realmente su potencial. Incluye por primera vez el censado de las estrellas de la galaxia. Hemos proporcionado, para casi 1.500 millones de estrellas, una clasificación de sus tipos y sus parámetros principales: temperatura, gravedad, contenido químico... Y lo que tiene Gaia de excepcional es que mide el ángulo de paralaje, que es como el efecto que nos permite ver en 3D con dos ojos. Al mirar una estrella desde dos puntos de la órbita de la Tierra, se ve desde dos posiciones diferentes, porque el ángulo es distinto. Ese ángulo es el que permite determinar la distancia a la que está. Unido a la otra información, da la posibilidad de conocer muy bien poblaciones enteras de la galaxia. Y esa información puede analizarla cualquier científico porque los datos son públicos. Por eso nos premian los americanos. 

Es un proyecto con más de 450 científicos e ingenieros de más de 20 países. ¿Qué parte del premio le corresponde al grupo del Citic? 
Nos corresponde una parte relevante en este tercer archivo. Hemos contribuido al análisis de las temperaturas y las propiedades atmosféricas de la estrellas, así como a la clasificación, analizando objetos raros sobre los que otros grupos no acertaban a precisar su naturaleza. Esto tiene interés por su potencial para descubrir objetos o fenómenos nuevos. 

¿Y qué han revelado? 
Estamos viendo que muchos de los modelos que se utilizaban para clasificar no estaban bien. Hay que añadir objetos que realmente son normales pero que no estaban contemplados. Y hemos visto que muchos objetos eran, en realidad, dobles y por eso no es fácil clasificarlos. Se superpone su luz porque están en la misma línea de visión y por eso la información es confusa. Nosotros los estamos separando.
 

Proporcionamos con Gaia una clasificación de tipos y los parámetros principales de casi 1.500 millones de estrellas"


A partir de aquí, ¿qué se puede hacer con toda esta información? 
Se pueden hacer trabajos en prácticamente todas las ramas de la astronomía. Pero lo más importante es el estudio de la estructura de la Vía Láctea, de cómo se ensambló y de la composición de sus poblaciones. Por primera vez se tiene un conjunto muy relevante de objetos en los que no solo se sabe la masa, la temperatura o la edad, sino también cómo se mueven. Eso nos ha permitido descubrir que hay conjuntos de estrellas raros, que no siguen las órbitas normales. Analizando su contenido químico hemos visto que son extragalácticos. De todo ello hemos deducido que la Vía Láctea, a lo largo de su evolución, ha ido atrapando a pequeñas galaxias de su entorno, que han quedado dentro y han conformado su disco. Es lo que llamamos canibalismo galáctico. Además nos casa muy bien con lo que estamos viendo en otras galaxias externas. Y en el campo de estudio de los asteroides, Gaia está dando datos muy precisos para determinar sus órbitas. Son los Objetos Cercanos a la Tierra (Neo), muy importantes por su capacidad potencial de impacto, y como no tienen órbitas estables, hay que tenerlos monitorizados. 

Está pendiente el cuarto archivo. ¿Qué se puede esperar de él? 
Gaia va acumulando medidas sobre los mismos objetos, con lo que va aumentando su precisión. Por ejemplo, pretendemos incorporar las estrellas binarias. Muchas de las estrellas que observamos como un solo punto en realidad son dos, porque es muy normal que las estrellas se formen en grupos y se queden orbitando las unas en torno a las otras. Estos fenómenos dan mucha información astronómica. Aparte, vamos a dejar accesibles todos datos. Va a ser un archivo enorme. Su fecha oficial es finales de 2024, pero probablemente esté a principios de 2025. 

Uno de los objetivos era poner a prueba la teoría general de la relatividad. 
No tengo muy claro lo que hay al respecto, pero sí sé que, al calcular órbitas, cuando hay un objeto muy masivo, la luz se curva, y esa curvatura se puede medir cuando se observa con mucha precisión el movimiento. Por otro lado, con Gaia se ha podido ver ese efecto gravitacional que predijo Einstein y que dice que cuando hay un objeto muy masivo en la misma línea de visión que otro más cercano, lo que se ve a veces son imágenes repetidas del mismo objeto debido también a la curvatura del espacio-tiempo. Se había hecho antes, pero no con tanta estadística.

¿Hasta cuándo seguirá la misión? 
Lo que hemos publicado ahora es el resultado de la información procesada durante esos primeros años, y seguimos acumulando datos para volver a procesarlo todo. La misión es tan exitosa que se ha aprobado que, mientras el satélite funcione, se seguirá financiando. Pensamos que puede durar diez años, aproximadamente. Y aunque el satélite deje de estar operativo, el procesado final nos puede llevar varios años. Creemos que hasta 2029 habrá trabajo. Yo me voy a jubilar con este proyecto. 

Hay hasta una app para recibir en el móvil los detalles de la misión. ¿La divulgación es una tarea en la que hay que seguir evolucionando? 
La verdad es que hace diez años los científicos no teníamos muy asimilado la importancia de dedicar parte del tiempo a explicar a la gente en qué se usa el dinero público en la ciencia. Ahora es una parte relevantísima, porque todos pensamos que la divulgación es una forma de conseguir interés por ella. Además, la astronomía engancha muchísimo, el material se presta mucho para la divulgación. La acogida es muy positiva. Por ejemplo, nos preocupa mucho el tema de las mujeres en la ciencia. Tenemos grupos de trabajo para el fomentar su presencia. Van a colegios para dar charlas y que vean que hay referentes femeninos.
 

Creo que detectar algún rasgo que haga factible la vida en planetas que sean semejantes al nuestro va a ser posible"


¿La inversión en investigación espacial necesita un extra para justificarse en tiempos de crisis? 
Todo el mundo tiene claro que no tendríamos esta capacidad de comunicación si no hubiera satélites. Con la meteorología o el cartografiado, también. Quizás la parte de observar hacia el cielo no vemos tan clara la utilidad directa. Pero la tecnología que se desarrolla para la astronomía también se ha usado para la observación de la Tierra, como por ejemplo la tecnología de infrarrojos, que sirve para penetrar las nubes de polvo y gas que rodean las estrellas que nacen, también permite estudiar la emisión térmica de la Tierra o ver cómo evoluciona el tiempo cuando no hay luz solar. Aparte de que sacia esa sed de conocimiento que tenemos, de entender de dónde venimos, si puede haber planetas como el nuestro... Creo que justifica una inversión que además se hace entre varios países y que supone un presupuesto muy pequeño en comparación con temas militares o de comunicación. 

Dice que hallar vida extraterrestre puede ser "casi el más seductor" de todos los retos. ¿Lo cree posible? 
Encontrar signos de vida en otro planeta es un reto que ya estamos afrontando. Pasa por una serie de etapas, utilizando el método científico. Primero es detectar planetas fuera del sistema solar que sean parecidos al nuestro, rocosos. Tenemos una buena estadística: hay más de 5.000 exoplanetas confirmados. El paso siguiente es caracterizar bien las atmósferas de planetas rocosos que estén en la zona de habitabilidad, es decir, que estén a suficiente distancia de su estrella para que haya agua líquida en su superficie. Tenemos varios candidatos, pero estudiarlo en detalle es muy complicado. Y se está planteando encontrar no solo los gases que componen la atmósfera, sino también biomarcadores, como ciclos estacionales que revelen cambios en el CO2 a lo largo del año o algún rasgo en la luz reflejada que indique presencia de clorofila, típico de la vegetación. Vamos pasito a pasito. Quizás no es algo que se pueda conseguir inmediatamente, pero yo creo que detectar algún rasgo que haga factible la vida en planetas semejantes al nuestro va a ser posible.

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